El miedo a decidir

18-01-12.

Gente que es así. Porque ven mucho en las situaciones: lo que hay y lo que no hay. Porque la imaginación les incita a aumentar el tamaño del riesgo. Porque son jugadores, pero sólo si el riesgo es casi nulo. Porque tienen una sensibilidad hipertrofiada que hace que su percepción del riesgo sea desmesuradamente asimétrica. (La curva de Gauss inflada en su extremidad negativa). Gente que necesita vivir superprotegida. Una actitud de vida que se explica sin dificultad, cuando se conocen las biografías de las personas. Saber asumir una porción moderada de riesgo es regla de vida. Sin aceptar ningún riesgo, no subiríamos en un avión ni saldríamos siquiera a la calle.

Distingamos entre el riesgo para sí y el riesgo para las personas, esposa, hijos o nietos, que queremos y cuyo futuro deseamos proteger. El riesgo para los seres queridos es generalmente mucho más difícil de asumir. Hemos de luchar contra la desproporción de nuestras representaciones mentales exageradas, fruto de la imaginación influida por el miedo al riesgo.

La incapacidad para decidir se acentúa en las épocas avanzadas de la vida de las personas. Lo cual tiene algo de paradójico, porque a esas alturas de la vida el apego a las cosas debiera haber disminuido. Y sucede todo lo contrario. Lo que seguramente aumenta es el deseo de seguridad. La burocracia y los papeles son una terrible amenaza en las altas edades. Imagínese, cuando hay que afrontar esa amenaza en soledad.

Una anotación neurofisiológica sobre el miedo a decidir

La amígdala es una estructura capaz de evaluar y asignar significado emocional a los estímulos ambientales. La amígdala pone en marcha una serie de reacciones de carácter motor, autonómico, endocrino y del sistema nervioso central. Es la expresión emocional del evento positiva o negativamente percibido. Esas reacciones y estos cambios somáticos revierten a su vez, retornando al sistema central, es decir al cerebro, determinando lo que se conoce como experiencia consciente de las emociones o los sentimientos.

Por otro lado, por las investigaciones neuropsicológicas, se conoce desde hace tiempo el rol capital de la corteza pre-frontal en la toma de decisiones. Lo importante es señalar la íntima y extensa conexión entre los mecanismos límbicos emocionales; en particular, la amígdala, con las regiones de la corteza pre-frontal, adonde tienen lugar las funcionalidades anticipatorias y planificadoras necesarias para la decisión.

De ahí la influencia fundamental de las emociones sobre los actos de decisión. Esa es la explicación de por qué la emoción exagerada de miedo ante el riesgo paraliza o, al menos, disminuye nuestra capacidad de decidir.

bf.lara@hispeed.ch

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