Hace ya varios años que mantengo con él una agradable y frecuente correspondencia, gracias a la cual, disfruto de una íntima relación con este hombre de extraordinaria riqueza espiritual y personal. El padre Mendoza es un claro ejemplo de persona auténtica y especial de las que a uno le gustaría encontrarse por la vida con más frecuencia.
La última vez que lo vi fue en la nueva capilla del colegio, antes sala de juegos, junto a Chamorro, San Martín y algunos compañeros más. Durante la misa nos habló de su vida y nuestras vidas, del compromiso para con los demás, de generosidad, de ayuda, de integridad, de coherencia, de la necesidad de frecuentar los sacramentos y dar testimonio de nuestra fe.