21-01-2011.
Langsam. Nicht Schleppend.-Allegro Risoluto, ma non troppo.
Nachmusik I. Allegro moderato-Molto moderato
Scherzo. Schatenchaft. Fliessender aber nicht schnell -Trio.
Nachmusik II. Andante amoroso. Aufschwung.
Rondo-Finale. Allegro Ordinario-Allegro moderato ma energico.
NOTAS AL PROGRAMA
La Sinfonía que nos disponemos a escuchar fue escrita en una de las épocas más felices de Mahler: triunfaba como director en la Ópera de Viena; su relación matrimonial con Alma era satisfactoria; la familia crecía con hermosas hijas y sus composiciones ganaban en estima. En septiembre de 1904, cuando terminaba su Sexta Sinfonía, escribió los dos andantes que serían los movimientos de “música nocturna” de esta “Canción de la Noche” sobrenombre de la Séptima Sinfonía. Tras un obligado aplazamiento, dada la intensa actividad de Mahler como director en los meses invernales, prosiguió su trabajo en el periodo vacacional que pasaba en Maiernigg, siendo terminada la obra a primeros de 1906. Hubo de transcurrir algún tiempo para celebrar su estreno que ocurrió en Praga en septiembre de 1908 y por esos días su vida había cambiado por completo: problemas de racismo (Mahler era judío); hubo de dimitir de la ópera; le fue diagnosticada una endocarditis que pronto acabaría con su vida y su pequeña hija María murió de escarlatina y difteria.
El primer movimiento comienza despacio (Langsam) y es una amplia forma sonata bien elaborada que abre con una melancólica introducción a cargo de la tuba tenor, instrumento no muy habitual al que se unen las trompetas, clarinetes y oboes. Pronto el tempo se acelera (Allegro con fuoco) con la marcha que domina todo el movimiento y que es una fiesta para los instrumentos de metal, pero también tienen voz las cuerdas con un tema lírico de ambiente vienés. La sección de desarrollo abunda en episodios, en muchos casos de texturas primorosamente transparentes y los trombones conducen a la recapitulación que nos devuelve a la calma inicial, aunque nuevamente el tiempo de marcha lleva al movimiento a una furiosa conclusión.
Los tres capítulos centrales (Música nocturna I – Scherzo – Música nocturna II) se agrupan entre los fuertes pilares que conforman la sonata del comienzo y el rondó final. El primer “nocturno” abre con las llamadas y respuestas de las trompas y con indecisos cambios de modo mayor y menor. Continúan las simetrías y Mahler introduce dos tríos, uno a cargo de los violonchelos y otro más sinuoso de parte de los oboes. Es una de las inspiraciones más fantásticas de Mahler que algunos asocian a unos andrajosos soldados que marchan por la noche mientras se escuchan llamadas de trompetas y “diálogos” de pájaros y otros animales.
La luz no viene con el Scherzo, pues trata de una página de las más fantasmagóricas e inquietantes de la literatura sinfónica a modo de pesadilla. A este diabólico vals sigue la segunda Música nocturna en la que trombones, tuba y trompetas permanecen en silencio y las maderas se reducen; es la parte más diáfana de la sinfonía que parece música de cámara sólo alterada brevemente al final. Mahler hace sonar a la guitarra y la mandolina que aportan sencillez y todo sirve para calmar la ansiedad del Scherzo que luego retorna con el explosivo cierre de la sinfonía.
Este Rondo-Finale ha sido calificado como incoherente y vulgar, aunque ciertamente forma parte de una progresión que nos lleva hasta “lo alto de la montaña”. Formalmente presenta una idea principal que alterna con abundantes episodios, algunos con interesantes desarrollos contrapuntísticos. Comienzan los timbales, trompetas y toda la orquesta a gran volumen. Todo es un caminar hacia un día luminoso que es lo que realmente deseamos tras tanta oscuridad.