Donde se ponen las medallas, en el lado izquierdo del pecho, por encima del corazón, me han colocado una grande, redonda y profunda ‑bajo la piel‑ como chips de alienígena o micro emisor de agente secreto norteamericano. Un pequeño paso para la Humanidad y un gran paso para mí.
Fue en agosto de 2010, a las 5 horas lorquianas, con 43 grados de sol y lástima.