13-09-2010.
El hombre no siempre tiene constancia de sus propias virtudes. Me refiero al hombre verdaderamente virtuoso. Yo sí la tuve, a pesar de mi corta edad, de mi oscura belleza, y quise usar de ese conocimiento, porque la belleza, a veces, no es nada más que un esplendor esporádico que florece unos instantes, unas horas, o a lo sumo una estación; y otras, es como una floración sucesiva: la evolución de las formas del cuerpo, siguiendo o despreciando, según los casos, el embellecimiento o la degeneración del espíritu.