El fulgor de la juventud, y 2

29-05-2010.
Junto con Melanipo y Arcesilao, hijos de Crises y Dica, me entregaron al anciano maestro Cleotas, que tenía una escuela al otro lado de la ciudad, junto a los juncales de la ribera, pasado el primer cuerpo de muralla, y una casa pegada a la escuela y recostada sobre un ribazo en donde solía recogerse a la caída del sol una bandada de tórtolas que él mismo alimentaba con semillas de majoletas y arvejones.

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