05-05-2010.
Chenin ha muerto en la madrugada de hoy, 3 de mayo, a sus treinta años recién cumplidos, de un linfoma pulmonar. Bella e increíblemente inteligente como lo demuestra su website en internet. (Es la hija del filósofo y matemático californiano, mi amigo Jerry Iglowitz, de quien os hablé hace unas semanas en un artículo. El porqué del sufrimiento y cómo afrontarlo).
¿Cómo consolar a este hombre? ¿Hay que consolarle? Ante esta joven vida truncada, ¿tiene sentido hablarle del sentido de la vida y del de la muerte? Todos los animales mueren, pero nosotros los que tenemos el cerebro más desarrollado, los que tenemos más plenitud de autoconsciencia, y precisamente por eso, somos los que tenemos más clara conciencia de nuestra mortalidad. Más cruel aún es nuestro destino.
¿De qué sirve que yo fomente esta rebelión en el alma de mi amigo Jerry?
Jerry, el padre, me acaba de escribir hoy lo que sigue, unas horas después de la muerte de su hija, en un email. (En él se refiere a nuestra conversación telefónica por Skype unos momentos antes. Lo traduzco primero y lo doy en inglés después para los que entiendan).
Querido Blas:
Siento haber sido tan parco en palabras contigo esta mañana, pero soy incapaz de hablar en este momento. Tú y Eleni habéis sido amigos queridos y yo estimo vuestra ayuda (moral) y vuestra compasión. Pero no deseo ver otra cara triste. Chenin ha sido un regalo de Dios para mí y yo valoro cada momento que he pasado con ella. No me interesan las ideas de los filósofos antiguos: yo me las puedo imaginar por mí mismo. Algún día quizás escribiré sobre ello, pero no ahora.
Os quiero a los dos.
Jerry.
P.S. Te llamaré cuando sea capaz de hacerlo.
***
Dear Blaise:
Sorry to be so short with you this morning, but I am just unable to talk right now. You and Eleni have been dear friends, and I value your support and compassion. I just did not want to see another sad face today. Chenin was a gift from God to me, and I value every moment I had with her. I am not interested in the ideas of old philosophers: I can figure this out for myself. Someday, maybe, I will write about it, but not now.
Love you both.
Jerry.
P.S. I will call when I am able.
¿De qué le sirve ahora que yo le saque a alguno de mis autores preferidos, Séneca por ejemplo, que explica que nada es más natural que el que esto se acabe? Que ya, cuando nuestros hijos vinieron al mundo, sabíamos que estaban condenados a muerte. Lo único que no sabíamos es cuándo. Y ese cuando le ha llegada a la dulce Chenin. Si yo le dijera eso, como Séneca, estaría realmente fuera de contexto. Ya veis lo que me ha respondido en su email, antes de que yo pudiese entrar por esa vía.
Cuando se me fueron mis padres y mis familiares próximos, y alguno de mis amigos más queridos, pensé que los infelices no eran ellos sino yo, que los había perdido. Me quise tranquilizar y pensé seriamente y con convicción que cada uno de ellos se fundía en el inmenso océano del Uno, la razón última de todo Ser, más que pensar en una problemática vida después de la vida, que tantos problemas plantea y que a muchos consuela, a mi ver, con una fe ingenua.
Ante una muerte tan chocante, tan revulsiva, tan irracional, que reclama la rebelión existencial, se me viene a la mente el Crucificado como clave del Universo. Es la explosión que hace saltar en pedazos todo el pensamiento racional y todo mi caminar intelectual de toda la vida. ¿Y si fuera la muerte de Jesús en la cruz el acontecimiento central de la Historia que explica el sinsentido y la barbarie de nuestro destino? Difícil de tragar en pura racionalidad. “Le pari”, la apuesta, de Pascal. Para el que pueda dar el salto en el vacío. Es una vía en la que yo personalmente deseo entrar por libre opción, y no por el razonamiento, y mucho menos por razonamiento científico. ¿Pero qué es eso de razonamiento científico? ¡Qué pretensiones la del pobre cerebro humano de poco más de un kilo y medio de materia ante las magnitudes del universo y ante las profundidades infinitamente pequeñas del mundo biológico!
Para mi propio uso, la muerte de la joven Chenin, y la imagen de su magnífico padre, me sugieren dos ideas a estas altas horas de la noche:
—Situarme ante las personas y las realidades del mundo, evaluándolas desde la perspectiva y con el sentido real que tendrán para mí “el día después de mi muerte”.
—Convencerme de que “el día en que yo no quiera, no ame a los seres a mi alrededor todo lo que pueda, ese es un día estúpido y perdido para siempre”.
El que quiera interpretar mi posición como un sermón religioso, que lo haga. Pero para mí esto es meta y filosofía de vida, a la que deseo llegar después de un largo camino de angustia existencial y de universal escepticismo.