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Sábado 22 de agosto de 1964
Barcelona.
Diana a las 9:30. Cuando despierto, tardo en tomar conciencia de dónde estoy. Salimos del colegio y desayunamos con los restos de la cena del día anterior: dos barras de pan con mantequilla y algo de leche recién comprada.
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Descendemos y nos vamos a ese extraordinario monumento arquitectónico, llamado La Sagrada Familia, del genio Gaudí. Me gustó sin límites. Es realmente impresionante y majestuosa, con su caprichoso ritmo de moles de piedras como encerados cipreses apuntando al cielo.
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Estamos solos. Follón fandanguil con los pianos, que nadie sabe tocar, y las guitarras. Luego, dormencia en paz, tras borronear mi diario. Mañana a Montserrat y abandonamos la costa mediterránea. Tierra adentro, en tierras catalanas.
¿Seremos capaces de superar los nuevos obstáculos? Somos de la Safa, ¿eh?
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Al pie de la Sagrada Familia, Berzosa, Lorite, Lara, Compains y don Jesús.