18-10-2008.
He leído estos días las aportaciones (prosa y verso) de nuestros amigos asociados. Me han gustado. Hoy me quiero unir al grupo de «compañeros poetas y escribidores de versos» con tres cosillas escritas allá a finales de los años 60, cuando la fiebre surrealista: un poco de imaginación, otro tanto de inspiración, sentido del ritmo y de la rima… ¿Poesía?
Si pudiera encontrar mis primeras cerillas quemadas,
podría empañarte los ojos con humo de fiesta.
Si lograra escarbar los caminos que cierran mi espalda,
quizás soñaríamos juntos mis sueños antiguos de feria.
Pero, ¿ves?, ya es inútil: el cristal se ha hecho plata.
Ya han florecido en mi cuerpo las negras estepas
y un mar de relojes y pan me ha llenado de escombros el alma.
Ya es inútil: sólo puedo ofrecerte raíces y tierra.
Invitación al sueño
La brisa se fue hundiendo poco a poco entre las palmas de las manos.
Las últimas moscas ya estaban calcinadas.
Una rana, saltando entre relojes, se tragó el sol,
y el suspiro de las brumas se dormía en el filo de la lámpara.
Mil faunos golpearon en el centro de la carne,
rompiendo su costra de mitología intacta;
y un centauro colosal partió las espirales de los troncos,
mientras el caballito de mar triscaba el musgo verde de las ramas.
Algo crujió en los tímpanos del viento,
junto al cristal rojizo de la barca;
los mimbres se cruzaron con la cáscara del tuétano
en gigantesco éxtasis de araña.
Luego, los remos, con golpe de silencio
apagaron lentamente un latir de estatuas agrupadas.
Seno
Eco convexo de blanco dormido.
Éxtasis cónico en cielo perfecto.
Crimen de grises. Olor amarillo.
Fiebre espiral de divino arquitecto.
Cálido vuelo de pájaro oblicuo.
Seno cuajado: substancia de cuerpo.
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