07-10-2008.
Don Juan, así se llamaba mi maestro, que además era mi tío político, tenía mucho mérito. Toda su vida, enseñando en unas condiciones imposibles y un sueldo miserable, justificaba su malhumor con tanto niño rebelde. En el fondo era un buen hombre, culto y educado, pero con demasiados años para soportar tanta responsabilidad en la época en que yo tuve que asistir a su escuela.