Versos sembrados, 6

16-07-2008.

EN REVISTAS
 
73
 
Poema a Pasolini
 
Revista del Colegio Fray Luis de Granada (1986).
 
Hablemos de Pasolini en esta década del páramo, de su crimen, de su diáspora vertical rumbo al misterio.

Aprendamos de Pasolini artista, del filósofo, del anarco profeta en plenitud de ofrendas. Escribamos del genio, del hombre, el escultor sin barro arañado en los desvanes.
Poeticemos el guiño lírico de Pasolini con Pasolini.
Miremos a Pasolini, a su música horizontal, a su estatua sin gubia y sin laurel, a su mirada perdida en la eterna pregunta.
Juguemos con Pasolini, con su risa clandestina, con el escorzo de su peana y su poema fecundo en esta prosa rota.
Vayamos hacia el Pasolini muerto, hacia la vida que nos empuja como una telaraña, hacia la vestida desnudez de su perfil helénico.
Marchemos a la playa de Ostia a descubrir la tumba blanca de Pasolini, a rezar en los infiernos cósmicos del aire, a santificar el embrujo enamorado de Pasolini.
Ante la mueca de todas las calaveras amontonadas, ante el agobio manso de ese yunque que nos grita, ante el cráneo machacado de Pier Paolo Pasolini.
Pongamos nuestra vulgaridad bajo su fértil memoria, bajo su dedo de linfa, bajo su pluma erotizada por todos los besos lúgubres del mundo. Arrinconemos cada uno un trozo Pasolini amoratado en nuestra piel de erizo y libemos su aliento por un mapa de cuchillos.
Luchemos contra la estrella de Pasolini, contra aquel día del arrabal romano, contra la piedra aquella que se nos hizo ira. Lleguemos hasta su parnaso inocente, hasta los ciento veinte días de Sodoma prendidos en su almohada. Reflejemos la miseria nuestra en las púberes riberas del Po que nos maldice en su soledad, en su palidez de plata que refleja el disparo de Pavese.
Desde el lejano decenio que nos arrastra, desde la mentira social de cada muerte, desde el Pasolini vivo cuando todo nos dice que agoniza, iragazzi de los muslos!
Rebusquemos la sal entre la dulzura de Pasolini, la miel entre su acidez, el color entre su luto desinflado. Pasolini para la infancia sumergida, para la ruleta caprichosa, para ese espagueti que nos atraganta nuestro menú diario.
Brindemos por conseguir la rebeldía de Pasolini, por desinflar su icono, por alargar el Ciprés de su tren sonámbulo. Según nos dicen los bellos racontti de Pasolini, según se escribió en el oro de sus libros, según nos dicte nuestra razón culpable.
Juzguemos sin rencor a Pasolini; sin el redondel timbrado de unas gafas oscuras, sin la saliva espumosa de la censura añeja.
Sobre la arena blindada del mare nostrum de Pasolini, sobre el hedor de las cloacas neorrealistas, sobre los ángeles caídos de Pasolini.
Sigamos tras la huella adulterada de cada Pasolini, tras la trinchera de algas y celuloide gris, tras la gran amuga del espejo de Pasolini.
Con la plegaria de ese Dios marxiano, blasfemia, epígono, virtud, egolatría… Perdón en Pasolini.

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