La quietud

16-04-07.
ES TAN PURA LA QUIETUD, QUE SE OYE RESPIRAR al fuego oculto en
su pálpito de ceniza. Tanto es el silencio que un machete
de caña parece su cuerpo penetrante, espeso y frío.
Los bordes de la luz entran en un círculo de palabras
yacentes, igual que indígenas escuchando cómo crece
la hierba en la llanura o la sangre del hijo en el vientre de

la mujer. Partículas fugaces, mundos desprendidos
del orden que caen y desaparecen del mismo aire, son del aire
encendido y joven en un momento frágil: lo efímero
de la vida que cruza sin alas un minúsculo ámbito de fuego, un
ángel quizás que pasa a sus asuntos cotidianos, tropieza
y pronuncia un nombre y, entonces, tiembla el universo
familiar de la estancia, el bosque, la pampa o el hemisferio.

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