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3, 2

31-05-2012.

Aun cuando Patrocinio Juárez alcanzó el uso de razón y supo distinguir el bien del mal, el día de la noche, la risa y el llanto, el dolor y el bálsamo, continuó aparentando la inocencia para seguir mamando del pecho virginal de sor Amapola y dormirse alimentado por el olor a Paraíso de aquel cuerpo. Y sor Amapola también lo sabía, porque alcanzaba a mirarlo al fondo de sus ojos pequeños y profundos y le seguía el juego haciéndose la distraída, dejándose sorber el pecho, porque de ese modo ella seguía viva, joven y mujer.

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3, 1

26-05-2012.

El chato Patrocinio Juárez era un desahijado que abandonaron encuerecido a las puertas del orfanato de Santa Florentina, en el distrito de Papaloapán. Por entonces, ni era chato ni tenía nombre visible. Sor Amapola lo encontró ya enmorecido del llanto y del frío, con las carnes suaves pero heladas.

Era aún muy de mañana, con la luz escasa de una luna pobre y alta en el cielo y un puño de estrellas desdibujadas, como si hubieran derramado sobre un mantel negro y opaco. Y fue allí mismo, en el zaguán enchinado del orfanato, tras el portón oscuro y atrancado de nuevo, donde lo volvió a la vida con el calor de su cuerpo, al resguardarlo dentro del hábito: carne con carne, pellejo con pellejo, corazón con corazón.

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2, y 5

20-05-2012.

Hasta dos años después no estuvo todo a punto. El gringo O’Reilly había conseguido varias victorias con dos de sus gallos, Malaspenas y Trompeto, tanto a uno como a otro lado de la frontera. Siempre lo acompañaba Lisardo, que se había convertido en un buen soltador, mientras que Feliciano quedaba en la gallera junto a la coreana Wu. Vigilante y custodio.

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2, 4

16-05-2012.

Aquel septiembre fue muy seco. Solo cruzaron por el cielo, blanco durante el día y rojizo por la noche, escasas nubes desmadejadas que no dejaban ni una lágrima sucia. Aquellas noches, cuando el aire soplaba desde el otro lado del río, el pueblo se llenaba de las extrañas voces huecas de los muertos sin sepultura, los que se quedaron para siempre atrapados en el desierto, en puros huesos. Voces que se colaban por las rendijas y hacían estremecer los cuerpos y las almas de los hombres y las mujeres, y asustaban a los niños.

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2, 3

12-05-2012.

Como, para llegar al terreno que había comprado al gobierno, tenía que cruzar el río, decidió levantar un puente que uniera su yunta de tierra con el pueblo. El gringo, su diminuta mujer y los gemelos acarrearon en la ranchera tablones, maderas sin desbastar y herramientas. El gringo dirigía, su mujer observaba y los gemelos, uno sobre los hombros del otro, desde el lecho pedregoso del río, sin temor a las alimañas, iban colocando los troncos de los árboles, que alcanzaban de orilla a orilla, sin miedo a nada porque el gringo O’Reilly checaba con la carabina dispuesta a disparar a las víboras cascabel de diamante que, con los golpes, asomaban la cabeza entre las piedras.

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2, 2

10-05-2012.

En el fondo de su corazón, Fuensalida Valcárcel esperaba que no prosperasen aquellos dos niños, tan idénticos el uno al otro que ni siquiera ella podía distinguirlos. Tuvo que ser a la partera Aguasanta Cascajosa a quien se le ocurriera anudar en un tobillo al primero de los nacidos un cabo de cuerda que encontró en el suelo, y le dijo a Fuensalida, mientras le apretaba entre dolores y gemidos, cuando ya asomaba la cabeza el segundo:

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2, 1

07-05-2012.

Cuando se sale de Río Negrón, o se encamina uno hacia el río o se va a ninguna parte. Por eso, años atrás, fue todo un acontecimiento la llegada de una ranchera de los años cuarenta, con placa de Tucson, anunciada mucho rato antes por una tremolina de polvo blanco que avanzaba como un gran fantasma hacia el pueblo adormilado, a primera hora de la tarde.

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1, y 5

04-05-2012.

El chino O’Reilly nunca alcanzaría la paz, esa paz que dicen que hay detrás de los ojos definitivamente ciegos; la paz que se ve después de la muerte, como decía sor Amapola cuando se moría alguno de los huérfanos chiquitos. Pero el chino O’Reilly estaba muerto de otra manera. Los gallos le habían sacado los ojos a picotazos: ¡zas!, ¡zas!, ¡zas!, una y otra vez, mientras que extrañas hebras de luz roja quedaban enganchadas en el pico de algunos de aquellos gallos altivos con plumajes negros, rojos y azulones.

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4, 2

29-06-2012.

Fueron jornadas de grandes alborotos; gente que iba y venía, que pasaba de largo o se esperaba, sorprendida; sobre todo los arrieros, de los que platican consigo mismo y con las bestias que arrean, no solo por dispendio de la saliva, sino por conservar el uso de la versación y el cuaje del pensamiento hecho palabras. Y gente que hablaba a gritos o se saludaba agitando el sombrero, con la cobija al hombro, chiflando o lanzando hipidos. A los de la cerca de puercos se les adivinaba a leguas por el olor. Los carreteros hacían restallar sus látigos, que culebreaban en el aire antes de descargar sobre el lomo de los mulos.

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1, 4

29-04-2012.

Al otro lado del río, donde estaba la gallera del chino O’Reilly, los días de calima, con la reverberación del sol aquella tierra blanca y reseca parecía una lámina de vidrio que se ondulaba como las aguas de un lago imposible, y el aire era tan duro y escaso que no todos, ni los gallos ni los hombres, podían respirar al mismo tiempo.

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