Categoría: Los alimentos, su historia y el alma
El aceite de oliva, alimento de la civilización
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La comida del espíritu
Los garbanzos y la unidad de España
Los garbanzos, los ángeles y el imperio
A mi amigo Diego Rodríguez, pregonero de ilusiones y encantador de niños, con el que compartí infinitos cocidos de ensueños en mi adolescencia.
Jaime de Armiñán escribía hace algún tiempo un acertado ensayo sobre la moda. En el artículo nos contaba cómo la mujer de hoy, en su afán por distinguirse, es capaz de usar zapatos de coja o chaquetas encogidas. Pero sobre lo que principalmente reflexionaba Armiñán era sobre los ángeles, concluyendo que estaban pasados de moda.
Vino tinto con sifón
Dice Luis Racionero que entre las variables más visibles de la cultura mediterránea están las plantaciones de vid y olivar, las construcciones con teja moruna curvada y la presencia, en la acera de las calles, de mesas y sillas donde se hacen libaciones y se conversa animadamente sobre cualquier tema. Esas libaciones, hasta hace poco tiempo, eran de vino si la religión de los contertulios era judía o cristiana, o de té si era musulmana.
El vino y la palabra compartidos, teniendo las estrellas como techo, han sido elementos culturales de la civilización que produjo el arte griego y el derecho romano, es decir, Europa, eso que muchos cursis creen que está de los Pirineos para arriba. Pero las culturas tienen las cualidades de los seres vivos: nacen, crecen, se reproducen y mueren; y actualmente, sin que sepamos muy bien por qué, la cultura del vino y la palabra ha sido substituida por la cultura del alcohol (ginebra, ron, güisqui…) y el ruido, con lo cual el sentimiento compartido y el pensamiento han sido cambiados por la soledad y la alucinación.
Los poderes mágicos del vino
Corría la década de los cincuenta cuando el doctor Fleming, descubridor de la penicilina, fue invitado por un grupo de toreros a visitar Andalucía. Cuentan que entre los lugares a los que fue llevado estaba Jerez y sus bodegas. En una de ellas se le sirvió un magnífico fino y, una vez que lo hubo probado, los anfitriones, orgullosos de sus caldos, le requirieron su opinión, a lo cual el científico contestó:
—Es evidente que la penicilina cura a los enfermos, pero este vino resucita a los muertos.
Reflexiones garbanceras
Los garbanzos y sus propiedades casi milagrosas
Hace algunos días, al entrar junto a otros compañeros en uno de los mejores restaurantes del país, el maitre nos ofreció como manjar a punto de acabarse, la posibilidad de tomar Cuscus. Esta comida no es otra cosa que un cocido de garbanzos al gusto de los árabes. La opinión unánime fue de aprobación, y del hecho, probablemente inusual hace sólo unos años, de que un heterogéneo grupo de profesionales, en un renombrado restaurante de Madrid, comiera un cocido de garbanzos, sirvió para que la charla, durante toda la ritual y magnífica comida, girase sobre el valor del garbanzo en la cultura meridional. Esta anécdota es bastante explicativa del interés actual por el consumo de leguminosas y concretamente del garbanzo.
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