01-08-2011.
Mi primer día como profesor
No quería llegar tarde. En el colegio, si te dormías, no pasaba nada: te ponían un siete en conducta, que estaba muy mal, pero de ahí no pasaba. Al leer tus notas, el padre Sánchez te metía un rapapolvo y luego seguía el hombre con su cantinela: «Religión, siete con “chinco”; Matemáticas, “chinco”; Gramática, “chinco” con “chinco”…». Y así, hasta el último de la lista, Manuel Verdera.
Me levanté a las seis de la mañana. Pensaba que, si me dormía, encontraría a los alumnos rezados y sentados, atendiendo a la explicación del Binomio de Newton por el señor bajito. Eso me preocupaba. ¿Y si me entregaba la tiza y me decía que siguiera yo? Porque el Binomio de Newton no me lo sabía muy bien. Tenía que darle otro par de repasos.
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