Por Mariano Valcárcel González.
Señor mío:
En realidad no sé a quién o quienes me estoy dirigiendo, pues confundido me encuentro entre tanto adherente y firmante de esta tendencia; bueno, proceso, sentimiento o derecho a decidir cómo se presenta y se proclama. Tal vez, admito, mi alejada residencia de ese Principado me evita enterarme en su justo término y comprender este prolijo tema.
No comprendo, perdone otra vez mis obtusas entendederas, de cómo un sentimiento deviene en derecho, que siempre me creí que no se pueden mezclar las churras con las merinas y lo uno no exige indefectiblemente lo otro. Y hablando de churras y merinas que tampoco entiendo que el capitalismo empresarial conservador y burgués (y ladrón si se tercia) de esa tierra, por muy nacionalista que sea, se vaya de la manita con los del anarcoide legado histórico, con los del anticapitalismo descascarado o con elementos de la izquierda más o menos variada y aggiornada;la historia reciente, esa que al parecer se ignora en parte, dejó las cosas claras al respecto de estas asociaciones.
Para mi entender, aparte de símbolos y signos inequívocamente autóctonos y culturales, que no son discutibles ni los discutimos los demás porque, mire usted, a todos nos parece muy bien que se sea como se es, se hable lo que se mama, se guarden costumbres y actos sentidos y vividos como identitarios, ¿a qué andarse cuestionándolos si cada uno y cada quien vive en su tierra como le apetece o como le gusta más…? Podríamos desmenuzar casos y cosas que son cuestionables desde el momento en que ustedes, catalanes de pro, decidieron apropiárselos; sí, que no todo se gestó por una dicha de la naturaleza o un despertar del genio catalán allá en los tiempos de Maricastaña. Nos cabrea esa apropiación indebida (o la no asunción de ello) de temas, sean culturales, sociales o de folclore, que en realidad no se gestaron por allá, sino que allá llegaron y, sí, es cierto, fueron asimilados y hasta transformados al modo y usos de la zona. Eso es normal y en todos los sitios ha pasado; que pretender una exclusividad histórica es de necios o de manipuladores y, por ello, yo no me atrevería a criticarlo si la verdad fuese declarada. Le pongo un ejemplo anecdótico: se habló de la rumba catalana, meramente porque la cantaban y tocaban unos gitanos nacidos allá; pero ¿eso tiene un origen, unas fuentes verdaderamente catalanas o son, en realidad, producto del costumbrismo gitano (tal vez más que andaluz), asentado en Cataluña por mera supervivencia? Y así, con otros temas que, recalados allá, se asimilaron y catalanizaron, enhorabuena; y se disfrutaron como tales.
Yo, que soy andaluz, por más señas jiennense, tal vez debiera estar prevenido y hasta pedir perdón humildemente por este atrevimiento, dado que ya se manifestaron voces de gentes muy subidas de rango (y autoestima) de esas tierras lindantes a Francia, que es cosa que da categoría; y no como la nuestra, más cercana a África y sus influencias de todos sabidas. Los andaluces, ya se sabe, gentes de poca valía, salvo cuando se les puso a trabajar, que entonces vinieron muy bien (y acepto que a todos benefició el trueque).
Hablando de trueques, que me malicio que ustedes se saben tan superiores a los demás que hasta pretenden hacernos lo del cambio del baúl estilo Cid con los judíos; o sea, dárnosla con queso. Pues irse así, sin más, hacia la separación de los demás territorios y luego hacer o pretender que hagamos como que nada de ello hubiese ocurrido, es tratarnos de tontos del haba (que creo es en lo que nos tienen conceptuados). No seamos ilusos, que un divorcio es un divorcio y cada parte ha de ajustar lo que llevó al altar y disfrutó en común y, en consecuencia, partir peras equitativamente a lo puesto. Y la práctica y su abuso les da la razón; que tenemos un ejemplo de tragaderas en la cuestión de movilidad del personal, que si un funcionario quiere trasladarse allá tendrá, por imposición que parlar catalonio (reduciéndose así las plazas en beneficio de los catalanoparlantes); pero, si un catalonio decide trasladarse al resto del territorio, lo hará sin traba alguna (ampliándose así su ámbito de trabajo); desigualdad manifiesta que venimos aguantando con humilde resignación. No todo el mundo es igual en España (ni en su territorio).
Así que oír a míster Junqueras, tan sobrado él, contar la milonga de que a pesar de la ruptura ahí se disfrutará, todavía en unos años, de los bienes mancomunados (y la parte del león de los mismos) que el resto debe seguir aportando graciosamente, es de veras risible si no fuese porque lo dice en serio. Como seguir dentro de un entorno comercial y de negocios favorable a Cataluña, en la seguridad de que el resto del país depende muy mucho de esa economía y su producción fabril, bienes y servicios; o sea, que la balanza comercial nos sería (como ahora) deficitaria y nuestra sumisión casi absoluta. Que nos tienen cogidos por las pelotas; vamos…, y que tragaremos carros y carretas para no vernos en una tremenda recesión inevitable.
Puede que eso fuese así; mas cierto es que, cuando se presenta un problema, la sociedad tiende a resolverlo con más o menos acierto y con más o menos tiempo de reacción; pero no se dude de que esa reacción se produciría (si ya no se está produciendo y eso lo saben) y los problemas y la recesión alcanzaría a todos, incluyéndolos a ustedes. De necios es negar, como se ha hecho, que la mayor parte de la producción del Principado tiene su salida en el resto del territorio español; piénsese si esta parte de la península decide proveerse de materias, productos, bienes y servicios de otras importaciones necesarias de los países europeos del entorno económico. A estas alturas, a un español le da lo mismo comprar una lavadora catalana que alemana e incluso los precios no se diferenciarían tanto.
Creerán que también tienen la sartén por el mango, respecto a las comunicaciones y salidas de productos y personas hacia Francia y Europa. Por mar no, pues los demás puertos mediterráneos hoy día tienen la misma capacidad, si no mayor, que el barcelonés; por aire es cierto que el Prat tiene una cuota fundamental de movimientos, pero se podrían restringir una vez que la secesión fuese consumada. En cuanto es por tierra (carretera y ferrocarril) piensan que el futuro y no ultimado corredor del Mediterráneo les garantizará esa vital comunicación e incluso su control, cierto; pero también es cierto que no se tardarían en encontrar rutas alternativas (por ejemplo, rehabilitando el Canfranc o “la Y vasca”) e incluso definitivas.
Y como la pela es la pela, que por cierto el término peseta fue un invento de ustedes y por algo sería, dicen para no alarmarse que se mantendrían dentro del euro… ¿Pero cómo, si ya no estarán en ese círculo europeo? Otra transición más que sufrirán ustedes y a saber cómo se apañarían, ¿con un corralito? ¡Amos, anda que es lavanda!
Pido y renuevo la petición de perdón al atreverme a redactar esta carta; pero mi intención es que, por una vez, evalúe lo que dice querer y lo que en realidad tiene; tal vez le convenga más quedarse como está. Entonces sí que le desearía lo mejor, pues lo mejor para usted lo sería para mí; porque, desde luego, es que ya nos tenéis más que cansados; hartos estamos con vuestro tema. Y hartos de chulerías; no hay más que escuchar al exjuez Vidal. Un cortés saludo.