22-02-2009.
Dedicado, en el 70 aniversario de su fallecimiento,
al profesor republicano don Antonio Machado,
de la Institución Libre de Enseñanza,
fundada por Francisco Giner de los Ríos.
al profesor republicano don Antonio Machado,
de la Institución Libre de Enseñanza,
fundada por Francisco Giner de los Ríos.
En el año 2004 tuve la oportunidad de coordinar en Nador un debate sobre la educación en la II República y el franquismo, con motivo del cine‑forum de la película La lengua de las mariposas, organizado por el Ateneo de Málaga en la ciudad marroquí.
Fue esta hermosa película la que despertó en mí la curiosidad por conocer la reforma educativa que el primer gobierno republicano español de Azaña intentó sin éxito. No se trata de abrir heridas o de dividir España, como dicen los enemigos de la “memoria histórica”, que sí honraron constantemente durante cuarenta años a los suyos; sino de dar a conocer la verdad a nuestros hijos y a nosotros mismos. No se puede pasar página si primero no se ha leído. Estas líneas sólo son un minúsculo homenaje a miles de maestros y maestras que, en un tiempo hostil, creyeron en un modelo educativo más humanizado, más solidario y más justo que el de su infancia y juventud. No pretendo adoctrinar, ni crear nueva polémica con quienes siguen aferrados a las ideas más conservadoras, defendidas directa o indirectamente en las colaboraciones que en este portal se publican. Dicho esto, intentaré escribir unas brevísimas consideraciones sobre lo acontecido con los maestros republicanos.
Para hacernos una idea del desprecio por la enseñanza pública de los gobiernos anteriores a la II República, será suficiente el dato de la inversión del último gobierno de Alfonso XIII (1930) que destinó sólo 6,5 millones de pesetas para construcciones escolares. Había 35 716 colegios en toda España y el déficit de escuelas se estimó en 27 151. Es fácil comprender que, en esta situación, el 40% de la población adulta fuera analfabeta.
Convencido de que un pueblo no puede ser libre sin cultura, el primer gobierno republicano realizó durante el primer bienio (1931-1933) 13 570 construcciones escolares, pasando el número de maestros nacionales de 37 500 a 50 500. Pero esta fuerte inversión no tendría sentido sin una reforma pedagógica y la adecuada preparación de los docentes, paralela a una digna subida de sueldo que el ministro de Instrucción Pública, el socialista Marcelino Domingo, promovió (el dicho «pasas más hambre que un maestro de escuela» era habitual en este tiempo).
La formación pedagógica se inspiró en los Principios de la Institución Libre de Enseñanza, fundada y dirigida por Francisco Giner de los Ríos (1839-1915), de cuyo pensamiento extraigo el siguiente texto:
Hacedles medir, pesar, crear…, que interpreten los textos, que inventen, que descubran, que adivinen nuevas formas… Y, entonces, la cátedra (escuela) es un taller y el maestro un guía de trabajo; los discípulos, una familia…
Parece increíble que, en los albores del siglo XX, un pedagogo pudiera defender este pensamiento en un país tan arraigado al conservadurismo, como se observa en cualquier texto de instrucción elemental de la época. La Institución Libre de Enseñanza que, al proclamarse la II República, llevaba medio siglo reclamando educación para todos, formación del profesorado, dotación de recursos didácticos en todas las escuelas, creó centros e instituciones que transformaron el panorama cultural español, promoviendo el ideario de la nueva escuela republicana: dignificación del maestro, pedagogía activa y participativa, sentido crítico (enseñar a pensar), coeducación, igualdad… Todos los testimonios de la época coinciden en la forma de enseñar que tenían estos maestros: organizaban frecuentes excursiones al entorno para que sus alumnos descubrieran la naturaleza, la geografía, las huellas históricas…; procuraban que sus clases fuesen participativas, enseñando a pensar y a criticar la realidad en la que vivían; fomentaban la cooperación y el espíritu de trabajo en equipo, implicando a las familias en la acción educativa; inculcaban el respeto a las diferentes capacidades, creando un ambiente placentero en el que el autoritarismo y el castigo no eran la norma (el maestro de La lengua de las mariposas refleja perfectamente este perfil).
La experiencia duró muy poco. Varios generales golpistas, con Franco a la cabeza (apoyados por la Iglesia católica y la derecha más reaccionaria), se encargaron de acabar con esta hermosa aventura, justificando su levantamiento con argumentos como el que podemos leer en Dalmau y Pla (1949):
[…] se entregaron los gobernantes españoles en manos de la masonería y del comunismo… (Sólo había dos diputados del Partido Comunista en el Congreso).
O la revolución bolchevique, exportada como experimento al conflicto minero de Asturias, citado por Michel del Castillo en el artículo que nos ofrece desde Suiza nuestro compañero Antonio Lara:
[…] desde 1934, lo que podía quedar de la legalidad republicana desaparecía con la revolución de Asturias, ensayo general de una guerra que todos o casi todos deseaban.
Estas y otras falsedades animaron a José Pemartín, jefe de Enseñanza Superior y Media en 1937 a escribir:
Un 75% del personal oficial de enseñantes ha traicionado la causa nacional. Una depuración inevitable va a disminuir considerablemente la cantidad de personas de la enseñanza oficial.
Fue el principio de la aniquilación de los protagonistas de la reforma educativa, iniciada cuatro años antes. Desde antes de finalizar la guerra y hasta 1951, la depuración de maestros (fusilados, exiliados y represaliados)fue uno de los episodios más infames de la represión franquista. Aproximadamente fueron depurados 50 000 maestros por razones como: manifestar o propagar ideas izquierdistas, dudar del éxito del Alzamiento, no ir a misa o ir poco, tener un hijo sin bautizar, ser “frío” en religión.
La dictadura volvió a poner las cosas en su “sitio”, sobre todo en la enseñanza de la Historia, que se convirtió en el motor de la auténtica educación del nuevo patriota español con ideales basados en la exaltación de figuras acordes a la ideología impuesta; fomento del sentimiento nacionalista excluyente; hazañas bélicas como motor del progreso; memorización de hechos, nombres y fechas; ausencia de sentido crítico en el análisis de causas y consecuencias.
La educación de la mujer tuvo un ideario muy peculiar. Pilar Primo de Rivera, hermana del fundador de la Falange, fue la artífice de las novedosas ideas, defendidas por ella misma en 1942:
Las mujeres nunca descubren nada; les falta, desde luego, el talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar, mejor o peor, lo que los hombres nos dan hecho.
¡Qué lejos quedaban los principios de la escuela republicana!
(Continuará).