Las cosas, como son, 1

23-02-2009.
Quiero, como preámbulo de estas líneas, enviar mi más sincera felicitación a Alfredo Rodríguez Tébar por su último artículo “Las ciencias y las letras”.

Si en todos sus artículos ha mostrado una brillantez fuera de lo común, en éste ha sentado cátedra como intelectual de una pieza, dándonos una panorámica comprimida de Historia de España. Es un lujo poder leer sus artículos ajustados, documentados y argumentados, donde se trasluce un poso de sapiencia y estudio acumulados que nos empequeñece; pero, al mismo tiempo, nos enriquece. Su pluma vigorosa y honesta nos hace admirarle y animarle a seguir destilando sus saberes, que son muchos y bien fundamentados.
Te seguiré leyendo, Alfredo, y disfrutando con tus análisis certeros y tu lenguaje moderno, sin concesiones a la retórica huera que esconde a veces ignorancia y pedantería.
Por cierto, yo también he experimentado el mismo proceso de entusiasmo y abandono por un notable escritor ubetense que, en los últimos tiempos, pretende convertirse en un santón laico, con la misma petulancia que los clérigos santones.
Dicho esto, que me es obligado, rompo mi silencio, que creía poder mantener in aeternum, para hacer un comentario, lo más breve posible, sobre un artículo titulado “Cambiar la historia no es posible”.
I
Son tan descabelladas ciertas aseveraciones históricas y determinadas prospecciones de futuro, que uno se siente consternado al pensar que toda esta catarata de cuestiones tan complejas y matizables pueda lanzarse con tan osada frivolidad. Y, peor aún, si ese cúmulo de despropósitos va destinado a la enseñanza. Medias verdades, mentiras históricas, tergiversaciones, juicios de valor no fundamentados y disparates de todo tipo forman un totum revolutum de imposible digestión.
Para empezar, el bagaje del autor del artículo parece ser que se reduce a Pío Moa y al novelista Gironella. No comentaré nada del último, que me pareció honrado para el tiempo en que escribió sus novelas sobre la Guerra Civil. Pero… esgrimir a Pío Moa como ¿historiador? Fiable, rechina en lo más hondo de quienes, mínimamente, nos hemos sumergido en el estudio serio de este periodo. Este buen señor es un auténtico “terrorista” de la historiografía; claro que su oficio de terrorista no le es ajeno. Ya se han encargado historiadores de verdad, de los que se han pateado los archivos y la bibliografía (no como él, que escribe de oído y de plagio), de contestarle adecuadamente. Desde Herbert R. Southworth, con su Mito de la cruzada de Franco; Hugh Thomas (historiador británico conservador, asesor de Margaret Thacher); y Gabriel Jackson (hispanista norteamericano), una pléyade de historiadores ilustres, españoles y extranjeros, han contribuido a elaborar una serie de certezas históricas, basadas en la investigación y no en la propaganda, que desmienten la mendacidad que gasta ese grotesco personaje que se hace pasar por historiador. Citaré sólo algunos:
• Alberto Reig Tapia. Entre otras aportaciones hay alguna especialmente ilustrativa: La cruzada de 1936 (mito y memoria). Alianza Editorial, 2006. En ella apabulla documentalmente a personajes como el que nos ocupa, entre otros.
• Enrique Moradiellos. Su libro breve, pero intenso, merece la pena leerlo: 1936. Los mitos de la Guerra Civil. Ediciones Península, 2005.
• Francisco Espinosa. Se decide a hacer frente a las insidias del reciente fenómeno revisionista representado por Pío Moa, César Vidal y Ricardo de la Cierva (uno de los pocos que ha podido “entrar” en los archivos de Franco) a través de su libro El fenómeno revisionista o los fantasmas de la derecha española. Ediciones del Oeste, 2005.
• Santos Juliá. No tengo más remedio que destacar tres obras de importancia capital. La más reciente: Vida y tiempo de Manuel Azaña, hace tan solo pocos meses que salió y, en ella, podemos apreciar la grandeza intelectual y ética de don Manuel Azaña frente a la miseria moral de sus adversarios. Pero no menos importantes son su República y Guerra en España (1921-39) en la que colabora como coordinador y Víctimas de la Guerra Civil en colaboración con Julián Casanova, Josep M.ª Solé y Sabaté, Joan Casanova y Francisco Moreno, lo más granado de la Universidad española en el campo de la historia. (Los otros no han pasado jamás por la Universidad).
• Paul Preston. Uno de los hispanistas más preclaros, que ha escrito, entre otras numerosas obras, la biografía más impresionante, por documentada. Mil páginas, miles y miles de consultas bibliográficas, y recorrido por los archivos más importantes del mundo. Tuve la gran fortuna de que esa biografía, Franco, me fuese dedicada por el autor con el afectuoso trato de colega. No creo que pueda superarse esta biografía.
No quiero aburrir al personal citando obras y obras leídas, subrayadas y anotadas, como es mi obligación moral e intelectual como profesor de Historia, porque podría parecer lo que no quiero ser; pero no puedo, ni quiero, dejar pasar interpretaciones de la historia que son meras supercherías. Los autores citados son prestigiosos profesores de la Universidad, cuya fiabilidad y honradez intelectual han sido demostradas hasta la saciedad. La mera duda sobre la calidad de sus investigaciones es pura miseria. No obstante, en próximos capítulos, si los hay, estaré obligado a hacer otras citas, aunque sean las menos posibles.
 

Autor: Juan Antonio Fernández Arévalo

Juan Antonio Fernández Arévalo: Catedrático jubilado de Historia

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