También yo estuve en Alcalá. En espíritu, se dice, cuando corporalmente es imposible. Los vídeos de Pepe Aranda compensaron mi absentismo. Se me complicaron los planes. Tenía previsto ir a Bedmar, previo paso por Alcalá; pero no pudo ser. Los días pasaron más rápido de lo que pensé y, cuando me di cuenta, ya no había hotel; y de noche no me gusta conducir. Enrique Hinojosa me ofreció una cama en casa de su octogenaria suegra. ¡Qué buena gente! No acepté porque no quise molestar, a pesar de su insistencia. ¡Gracias amigo! Esa hospitalidad ya sólo la encuentro en Marruecos.
Bueno, anduve cabreado ese día, pero ya pasó. Me alegro de que fuera un éxito. Corazón e inteligencia había en los organizadores. El resto, correspondió a nuestra Asociación, que pudo disfrutar del acto de homenaje a esos dos grandes jesuitas que dieron sentido al noble ideal de salvar a muchos jóvenes del futuro incierto en tiempo de la dictadura. Ese espíritu Safa es el que debe quedar en nuestro recuerdo. Lo vivimos muchos de nosotros y lo ejercimos en nuestras vidas.
En mi caso, no tuve mucha suerte por donde pasé. Con excepción de El Puerto de Santa María, ni en Écija, ni en Linares, ni en Cádiz, ni, sobre todo, en Málaga encontré ese espíritu al que Enrique se refiere. Me alegro por él, que sí lo tuvo en su querida Alcalá. Los que nos fuimos de la Safa lo hicimos por razones muy diferentes, tan respetables como las que pueden tener los que se quedaron. La mía, un total desacuerdo con la gestión, el autoritarismo y la falta de respeto a las decisiones del claustro. Son tiempos pasados, pero ya entonces no podía soportar el segregacionismo entre las clases sociales, fomentado por los jesuitas en Málaga. No fue ese el espíritu del padre Villoslada, cuando fundó el Colegio de Úbeda; al menos, a mí no me lo pareció.
Enhorabuena a los Hinojosa por el acierto de organizar la asamblea en su pueblo. A ver quién se atreve con la próxima. Abrazos. Diego.