(Berthe Morisot, 1875)
Su marido asomado a la ventana
y el blanco, siempre el blanco, matizado
o puro, con el mar blanquiazulado,
en mirada de tarde o de mañana.
Y esa luz, como flores de algodón,
de ocres, rojos y verdes salpicada,
colores y luz en la pincelada
corta y suelta, de instantánea impresión.
Un fogonazo, una fotografía
en la clara visión impresionista;
y una mujer pintora, Morisot,
que transforma el realismo de Corot
en un esteticismo feminista
de gracilidad, belleza y armonía.
En cuatro palabras: Es un placer leerte.
Poesía y pintura unidos.