(Tintoretto, 1548-49)
Tintoretto, con su Lavatorio,
se suma a las tendencias modernistas
de las nuevas corrientes manieristas.
Su giro compositivo es notorio
y su concepción de luz y color,
por Venecia –cielo y mar- inflamada,
sigue la estela clara y renovada
de un sutil movimiento ensoñador.
Diagonales que rompen estructuras
y un cromatismo con distintos focos
lumínicos le abren puerta al barroco.
Con Tintoretto, la nueva pintura
gana en desequilibrio y movimiento,
abandonando el viejo quattrocento.