Hace tiempo que estoy pensando en expresar por escrito lo que siento y cuánto me gusta ir (todos los días laborables) a echar las cortas mañanas en un lugar maravilloso de Sevilla, en la calle Parras: la escuela infantil bilingüe Kindermundi (un centro educativo de bandera), en donde me quieren y me miman tanto, mientras yo les correspondo con la misma moneda. Son mi delicia mis jóvenes, guapas y dulces maestras y/o cuidadoras: Sara, Eva, Gina, Serafina, Linda, Kathrin, Julie y las dos que se han marchado hace poco: Lena y Theresa; así como mis encantadores catorce compañeros: Laura, Amelia, Marco, Alba, Clara, Iago, Mario, Cloe, Abril, Pablo, Luis, Nico, Olivia y Antonia, con los que tanto juego y me divierto; tanto es así que no pierdo la ocasión de abrazarlos y besarlos frecuentemente ya que, gracias a Dios, por mi edad no tengo prohibidas (como los mayores) esas expresiones de manifiesto cariño, por culpa de la dichosa Covid, palabra que ya sé pronunciar perfectamente de oírla tan a menudo en boca de mis padres, familiares, maestras y amigos.
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