Vicisitudes de la vejez, 14

Sigo rebobinando y buscando recuerdos y asideros para seguir agarrándome a la vida, por lo que ahora estoy reviviendo lo que en mi disco duro se cuece, el que ya lleva demasiado años funcionando; y, presionado por los tiempos que corren, no tengo más remedio que hablar de cuando estuve casi confinada en la huerta familiar, en los terrenos en los que hoy se asienta Carrefour de Úbeda (Jaén), durante los tres años de guerra (in)civil española (1936-39); con cierto parecido, pero más duro todavía, lógicamente, al confinamiento del que llevamos ya más de dos meses con el dichoso coronavirus chino importado. Entonces yo era una chiquilla, casi pollita o zangalitrona (como se le llamaba antiguamente en mi pueblo a las que van pintando ser muchachas, sin serlo totalmente), y subí contadas veces al pueblo, ya que estaba muy revuelto y la muerte acechaba en cualquier rincón, pues los odios se encontraban desatados. Siempre lo hice con mucho miedo y prevención y acompañada de mi padre o hermanos. Siento rememorar aquellos malos momentos que pasé, pero la vida es así y así he de contarla…

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