Por Mariano Valcárcel González.
Sigue el goteo, ¿qué digo goteo?, chorro continuo de asesinatos en lo que se ha venido en denominar violencia de género (generalmente equiparado a violencia machista), o violencia doméstica.
Cada semana nos vamos con la estadística al alza y corremos el peligro de considerarlo todo como una mera estadística rutinaria. Pero esta rutina mata; va matando sin misericordia. Cuando esto escribo, en solo cinco días, ha habido cuatro casos de asesinato. Mujeres y niños, que también son alcanzados por la furia mortal. Cadáveres que ya quedan sin oportunidad alguna de rehacer, de enmendar su vida, de poderla vivir -la vida-, al menos con las penas y alegrías del común de las personas, que solo quieren vivir, que hoy día no es poco.