Por Fernando Sánchez Resa.
Si el ínclito Antero Guardia levantase la cabeza, estaría sumamente orgulloso y agradecido porque, aunque con miedosas dudas y cierta lentitud, su legado teatral se ha acrecentado, una vez que las autoridades municipales y los empresarios locales han caído en la cuenta (arrostrando valentía y pundonor) al comprender que Úbeda es una bella e irrepetible ciudad de interior y cuyos alicientes más sobresalientes son sus monumentos y sus actividades culturales para poder invitar al turista o viajero a pernoctar en sus lares. Y entre ellos, destaca su Muestra de Teatro de Otoño que acaba de consumar su vigésimo segunda edición.