Dinastía

Perfil

Por Mariano Valcárcel González.

En el imperio romano, fue difícil consolidar alguna dinastía imperial, como la Julio/Claudia, la Flavia y otras, porque los generales también ambicionaban el poder y los vástagos de emperadores potentes resultaban ser unos tarados o débiles para el ejercicio del cargo.

Los godos tenían reyes, pero no dinastías, porque la elección de rey procedía al inicio del consejo de jefes del ejército (era uno algo más que sus pares, pero no demasiado); luego, la tendencia empujaba a consolidarse como dinastía de alguno de los electos, lo que suscitaba oposición en otros y discordias y violencias que debilitaron el reino (el rey depuesto era expulsado, inicuamente rapado y ciego, como le sucediera a Wamba). Al último, Rodrigo, lo traicionaron los hijos y parientes del otro aspirante al trono.

El origen de las dinastías conocidas en occidente, parte de la Edad Media, como deriva y respuesta a la evidente anarquía en las prácticas anteriores. El noble, que se alzaba con más poder y por prácticas de uniones y juramentos lo extendía, no tardaba en proclamarse (o en hacer que lo proclamasen rey). Esto sucedió en Hispania y surgieron los reinos conocidos. Las sucesiones se establecían por línea del varón primogénito fundamentalmente, aunque las luchas por alterarlo fueron frecuentes y, a veces, mortales (véase el caso de Pedro I y su hermanastro Enrique Trastamara). En el resto de Europa, sucedía igual, con terribles episodios sucesorios como la Guerra de las Dos Rosas en Inglaterra. Cuando una casa real se extinguía, generalmente era sustituida por otra con la que había emparentado, gracias a la política de uniones reales imperante. Algunas de estas trifulcas hereditarias costaban sangre (de los demás, claro) como las Guerras Carlistas del XIX.

Pero, a veces, se llegó hasta inventarse una dinastía nueva, como ocurrió en Suecia con la adopción como monarca de Bernadotte, general de Napoleón (y, por lo tanto, de origen revolucionario). Fiascos hubo, como el triste fin del Archiduque Maximiliano en México o la salida a toda velocidad de Amadeo de Saboya de la España convulsa del diecinueve. En nuestro tiempo, el general Franco no se atrevió (aunque factores existieron para ello) a generar su propia dinastía e hizo un remedo de nueva monarquía en lo que, con toda lógica y rigor, era la mera restauración de la borbónica.

Sin embargo, existen nuevas dinastías en el mundo que se van consolidando, o eso pretenden; que, sin denominarse monarquías, en verdad lo son, pues así funcionan; las dictaduras, en general, terminan en ello. En efecto; que corresponden al texto que el ínclito Cañamero exhibía en su camiseta en el Congreso ‑Yo no he votado al rey‑;perodebería aclararse si también se refiere a los que enumero debajo.

Los Kirchner de Argentina pretendieron (aunque, por ahora, no les salió) perpetuarse en la presidencia de ese país. A Chávez no le dio tiempo. El de Nicaragua, Daniel Ortega, ya ha puesto las bases de esta deriva sin que nada se lo impida. En Siria, son los Al-Assad los que permanecen entre sangre y fuego. Irán, como los antiguos godos, elige a sus Líderes Supremos (ese es su título) entre la casta clerical más ortodoxa al jomeinismo; y creo que por ahí anda un hijo del fundador de la República, ya como hombre fuerte.

En Cuba, los Castro demuestran tendencias… Muerto Fidel, ya queda su hermano Raúl como referente incontestable de la pureza revolucionaria; mas es evidente que este no ha de vivir demasiado tiempo (aunque en apariencia su salud es envidiable) y todavía se desgranan las cuentas del rosario de posibles sucesores. ¿No hay por allí ningún hijo de Fidel (o, en su defecto, de Raúl) que recoja el testigo del poder revolucionario? Sí que existe un hijo de Raúl y nada menos que al cargo de los servicios secretos. Permitidme que no me crea que dejarán el timón en manos de alguien ajeno a la familia.

Pero el caso más evidente de este movimiento de creación de dinastías hereditarias, surgidas de las llamadas “democracias populares”, es el de Corea del Norte. Creado el Estado de Corea del Norte tras los sucesos de la segunda y mundial conflagración, por intervención influyente de la URRS frente a la de EE UU y su enfrentamiento posterior en la llamada Guerra Fría (que en Corea se transformó en guerra bien abierta y caliente), por Kim Il-sung, este implantó su dictadura popular hasta su muerte y, producida esta, fue su hijo Kim Jong-il el que le sucedió automáticamente, consolidando, pues, la realidad dinástica de Corea del Norte. Como también murió el hijo del fundador, ahora es el nieto, Kim Jong-un, quien ostenta el poder omnímodo en ese país y, precisamente, con todos los atributos de arbitrariedad, ejecuciones súbitas, casi sacralidad de las monarquías antiguas. Por , no se ha incorporado el orden sucesorio en base a la primogenitura (sí al varón); pero todo podrá andarse con el tiempo.

El presidente electo USA, Trump, amaga con incorporar a su núcleo de mandatarios a familiares íntimos como yerno o hijos/as, con la entrevista intención de que sea su familia la que intervenga muy directamente en los asuntos públicos (o privados, mezclando, como antaño, el patrimonio y el interés de familia con el del Estado). Sería de ver que la primera república moderna terminase en un nuevo reino (con ese título u otro, pero los mismos efectos).

marianovalcarcel51@gmail.com

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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