La mujer en “El Quijote”, 07

Por José María Berzosa Sánchez.

Cervantes muestra que sí, que las mujeres tienen importancia, inteligencia, personalidad y voces fuertes en su novela. Podemos ver que una de las mujeres más inteligentes en la novela es Dorotea. Ella, como Camila, Zoraida y Antonia Quijana, no sólo es lectora sino también actriz. Cuando ella está en el bosque y está decidida a hacer el papel de la princesa Micomicona en vez del barbero, el narrador explica, «…ella había leído muchos libros de caballerías y sabía bien el estilo que tenían las doncellas cuando pedían sus dones a los andantes caballeros» (Márquez, Héctor. La representación de los personajes femeninos en el Quijote).

Dorotea no sólo es inteligente, lectora y actriz, sino también valiente. Ella prefiere dejar su familia y su riqueza para vivir sola en el bosque, vestida como hombre para evitar la pena de sus padres. Con el personaje de Dorotea, Cervantes trabaja el perfil de una mujer muy compleja. Esta mujer poderosa es la dama mayor de la tierra de sus padres, y tiene el mismo papel que el primer hijo de la familia. Cuando ella está describiéndose, a sí misma en el bosque, al cura, el barbero y Cardenio, dice de ella misma que es una trabajadora independiente que administra y aumenta la riqueza de su familia. Con este poder y riqueza se coloca ella en una clase social alta.

Hernández nota el puesto único que tiene Dorotea durante esta época: «Dorotea is a subject equal, at least as far as the administration of the land is concerned, to the men of her class. While it would be an understatement to claim that a substantial or broad liberation of women within the emerging bourgeoisie occurred during the early modern period, Cervantes’s text nonetheless opens a fictional space for just such a prospect». (Rosalie Hernández, “Don Quixote’s Dorotea: Portrait of a Female Subject”, Hispanófila 135, 2002: 24).

Pero existen puntos de vistas negativos de Dorotea con respecto a su papel como mujer, en donde Cervantes entra a un nivel mucho más crítico. Según Gorfkle, Dorotea no reconoce sus ilusiones, como los hombres de la novela, al haberse ganado el acceso a un objeto: «In contrast with her male counterparts, she follows the inverse process, beginning as an assertive, independent and self-possessing character and ending in a state of alienation». (Laura Gorfkle, “The Seduction(s) of Fiction and the Gendered Reader in/of Don Quixote: Dorotea’s Tale”. Revista Canadiense de Estudios Hispánicos 17.5  1993: 282).

Con respecto a Dorotea y su carácter, esta declaración no es verdad. El lector puede observar, si revisa el episodio de Dorotea, cuando ella está pidiendo a Fernando cumplir su obligación de ser su esposo, que ella es débil en ese instante, que ocurrió un cambio en ella. Pero Dorotea no ha cambiado, no es menos fuerte que cuando dejó a su familia y su vida para vivir sola. Ella no quiere a Fernando, sino reclama los derechos que él le quitó; su honra personal, el respeto a su clase social y reconocimiento de su clase en general. Ella sabe que él es la persona que le quitó sus derechos y su honra, y que él es la única persona que puede devolvérselos. Con este punto de vista, vemos que ella no es débil y sumisa, pidiendo el amor de Fernando, quien no la quiere.

De hecho, a ella no le importa que él la quiera, como podemos ver en el pasaje siguiente: «En fin, señor, lo que últimamente te digo es que quieras o no quieras yo soy tu esposa; testigo son tus palabras, que no han ni deben ser mentiras, si ya es que aprecias de aquello porque me deprecias; testigo será la firma que hiciste y testigo al cielo, a quien tu llamaste por testigo de lo que me prometías». (Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. I, 36).

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