Por José María Berzosa Sánchez.
No son de poco las mujeres del Quixote, pero hay que conocerlas. Para ello, sencillamente leer el cervantino lenguaje que entra directo al entendimiento del desocupado lector. También en el Islam real, no en el de los medios, las mujeres son de una pieza y como muestra vale el botón de Yaratullâh Monturiol, musulmana española que no hace mucho ha escrito: «Reunirse en torno a una comunidad musulmana es reunirse en torno a los principios del Islam. Es un contrato moral de fraternidad y de amor, sobre la base del cual se constituye la participación de todo el mundo en el reparto de beneficios. La mujer es un miembro más de la comunidad y la mitad de la Umma. Eso, con respecto a la sociedad; en el ámbito de la pareja, es la mitad del ente que representa y simboliza el matrimonio. Hay un hadiz que dice: El matrimonio es la mitad del Din. Forma clara y hermosa de superar el lema de los revolucionarios franceses: Igualdad, Fraternidad y Amor. Ninguna libertad supera a la libertad de los amantes. El amor se regocija en (con el caleidoscopio, sustituir este en por casi todas las preposiciones) la felicidad ajena.
Considerado Miguel de Cervantes un musulmán que decide regresar con su pueblo y con su idioma desde la espléndida libertad de Argel, debemos buscarle su calibre para saber hasta dónde llega la tradición de los tantos Ibn Arabi que hubo en España. No es mucho comparar, recordando al maestro Shams de Tabriz, cuando en apariencia de mendigo detuvo el caballo en el que andaba Rumi y le preguntó a bocajarro: «¿Quién es más grande, Al Jalash de Bagdad o el Profeta Muhammad?». Rápido contesta Rumi: «Muhammad, Paz sobre él, porque, con solo una copa del vino de Allâh, Al Jalash llegó al martirio y Muhammad sigue bebiendo vino de Allâh en el jardín». Delante de las despiertas centinelas de la Inquisición con mayúscula, Cervantes con su Don Quixote arremete lanza en ristre, para que se note, contra todas las procesiones que en su andadura topa, no mete jamás a su héroe en iglesia ni en sus dogmas y tampoco hace sonar campana en todo el libro. Tiene Cervantes la templadísima osadía de mezclar, desde la más alta alquimia, intoxicación con sobriedad y sale indemne e incluso con la protección en sus últimos días del Primado de Toledo Sandoval. Su colega Lope de Vega, inquisidor de oficio, no llega a enterarse. Leído y comprendido el Quixote, nos damos cuenta del alto rango de Cervantes, auténtico caballero andante, bajo fuego real de atinada puntería y maestro de conocimiento muy por encima de Al Jalash de Bagdad, que fue uno de los grandes.
Perrenelle, la maravillosa esposa del alquimista Nicolás Flamel, pasó más penurias que Dulcinea en la cueva de Montesinos y jamás recibió algo similar a la carta que Don Quixote escribió a Dulcinea desde las entrañas de la Sierra Morena. La mejor carta de amor de la literatura española (Pedro Salinas dixit), así:
Soberana y alta señora:
El ferido de punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu hermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que, además de ser fuerte, es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación, ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo. Si gustares de acorrerme, tuyo soy, y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo.
Tuyo hasta la muerte,
El caballero de la Triste Figura.
Aún derrotado y tendido en la playa de Barcelona, con la amenazante punta de la lanza del Caballero de la Blanca Luna apretándole el cuello, Don Quixote recita, caballero despierto y amantísimo, todo su testamento, no hay más: «Dulcinea de la Mancha es la más hermosa mujer del mundo, y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta caballero la lanza y quítame la vida, pues me has quitado la honra». Al comienzo del capítulo octavo de la segunda parte, Cervantes, revestido de Sidi Ahmed Benengeli, dice lo que todavía nadie ha podido quitar del Quixote y que a todos sorprende:«¡Bendito sea el poderoso Allâh!, dice Hamete Benengeli al comienzo de este octavo capítulo. ¡Bendito sea Allâh!», repite tres veces… Se siente, daos cuenta, la cadencia rítmica del alhamdulillâh tan repetido y querido del musulmán. Se dice que el musulmán es el pueblo que habita el espacio espiritual del “Hamd”, alabanza continua a Allâh, señor de los mundos. Poco después, Don Quixote derrotará al caballero de los espejos y gana méritos para que el Hidr, “El hombre de verde”, ese caballero del verde gabán cervantino, le visite en el capitulo dieciséis de la segunda parte. Cobra, en el contacto con el Hidr, tal fuerza en su corazón que derrota a los leones y cambia de nombre; en adelante, será “El Caballero de los leones” y no “El de la Triste Figura”.
Es antes de morir, enteramente sobrio, cuando Don Quixote nos da su última lección y el primer apercibimiento obvio para ver en Cervantes un a modo de traductor aventajado del árabe clásico: «…Despertó al cabo del tiempo dicho y, dando una gran voz, dijo: ¡Bendito sea el poderoso Dios, que tanto bien me ha hecho! En fin, sus misericordias no tienen límite, ni las abrevian ni impiden los pecados de los hombres». Inshallâh se purificará la intención, se mejorará el conocimiento del idioma árabe que nos quitaron a los muchos españoles que aceptamos el Islam, tras ser arrianos que no trinitarios, y se recuperará la memoria histórica. Tratad de entender y matizad la fórmula que en el cuadro que sigue os propongo de está exclamación de Don Quixote en su lecho de muerte con connotaciones clarísimas, que verá quien tenga los ojos abiertos. Bismillâhi Rahmani Rahim aderezado para desorientar a los inquisidores, sacamantecas al loro:
Cervantino. |
Árabe |
Significado del nombre de Allâh. |
Significado en breve del nombre de Allâh. |
¡Bendito sea el poderoso Dios, |
Alhamdulillâhi rabbil alamin |
|
El sustentador de todos los mundos. |
que tanto bien me ha hecho! |
Rahman |
Define la cualidad de abundante gracia, que es inherente al concepto del ser de Allâh. |
Allâh te da lo que necesitas, te da el “Bien”. |
En fin, sus misericordias no tienen límite, ni las abrevian ni impiden los pecados de los hombres. |
Rahim. |
Expresa la manifestación de esa gracia en su creación y su efecto sobre ella. Su actividad. |
Allâh te da sin límites misericordia, compasión, ternura, gracia. |