Por Manuel Almagro Chinchilla.
Almadén – Agudo, 33 Km.
El día 15 salimos de Almadén a las 4:12 horas por la Nacional 502. El asfalto es fatal para las ampollas de los pies. Era totalmente de noche; un grupo de cuatro componentes de la expedición se equivocan en un cruce de carretera y tiran con dirección a Chillón; la Guardia Civil les advierte del error y vuelven por sus pasos, lo que les supone una hora de retraso. Pasamos el puente del río Esteras y dejamos atrás el cruce de la carretera que conduce al pueblo del Valdemanco del mismo nombre.
Finalmente, llegamos a Agudo, chorreando de sudor y casi extenuados. Eran las doce de mediodía. En la gasolinera de la entrada del pueblo, nos socorren con agua fresca a la calurosa sombra de las instalaciones. Una mujer que repostaba su coche sabía de nuestra llegada a través de Andrés Palacios “El Velero”, sacristán conocido en tiempo de la preparación del proyecto.
El párroco nos recibe con todo entusiasmo. Se llama Gabriel García y nos aloja en el salón parroquial, una estancia amplia con techos altos y escenario. No hay duchas, nos aseamos con una manguera; extendemos las esterillas sobre el suelo y nos acomodamos. Compramos víveres y preparamos el consabido menú a base de ensalada de legumbres y pescado.
Después de la siesta, hicimos una visita para conocer el pueblo; asistimos a misa en la iglesia de la Virgen de la Estrella, la patrona. Nos presentaron a un experto en senderismo, Francisco Gutiérrez, conocedor de todos los caminos y atajos de la zona, que nos aconseja cambiar la etapa del día siguiente, cuyo final lo teníamos previsto en Herrera del Duque y propone finalizarla en Fuenlabrada de los Montes. Nos diseña un gráfico del itinerario con todos los detalles y pudimos comprobar las ventajas, cual fue como ahorrarnos una jornada con sus correspondientes kilómetros. Aceptamos.