Por Dionisio Rodríguez Mejías.
1.- ¿Dónde estará mi bebé?
Habíamos acordado que entraría ella sola a la pensión para no alarmar al resto de los huéspedes, pero salió del coche con la mirada perdida, arrastrando los pies y apoyándose en mí. Era la viva estampa de la desgracia. Subí la escalera con ella y la acompañé a su habitación para evitar las inoportunas preguntas de los curiosos, que no le quitaban los ojos de encima. Cogí la jaula del hámster que estaba sobre la mesita y la puse al lado de la ventana. El animalito, después de pasar solo tanto tiempo, no se movió de la jaula para olisquearnos, ni empujó la rueda con sus patitas; seguramente, para darnos a entender que una mascota no es un juguete que se toma o se deja de manera caprichosa, sino que, aunque era tan pequeño, tenía también sus sentimientos y reclamaba un trato leal y bondadoso.