Por Dionisio Rodríguez Mejías.
2.- La historia de Olga.
Aparte de beber y de fumar, en aquel ambiente no había nada que me hiciera feliz; al contrario: me acordaba de Roser, y sentía un hastío cercano a la depresión. Aquella fiesta era un desierto para mí; me sentía en mitad de un camino que no me llevaba a ninguna parte. Santamaría lo debió notar, porque cuando Olga y su esposa se marcharon, abordó el asunto por el que seguramente me había invitado.