42. Consolaciones santas

Desde que entré en la cárcel de Jaén quise saber el paradero de un sacerdote amigo, natural de Torreperogil, que era párroco de Canena. Siempre me daban la misma respuesta: «Está en Villa Cisneros». Intrigado, indagué su significado hasta que averigüé lo que era: un departamento de incomunicación voluntaria donde únicamente había religiosos o sacerdotes seculares y cuyo objetivo era asistir y preparar, a una buena muerte, a los condenados por el Tribunal Popular a la pena capital. Allí pasaban, tras el juicio, sus últimos momentos, con esos beneméritos ministros del Señor que les ayudaban a bien morir. Gracias a Dios cosecharon grandísimo fruto pues, del elevado número de sentenciados, solamente uno no quiso confesarse; el resto se preparó convenientemente para morir como héroes y santos.

Continuar leyendo «42. Consolaciones santas»