Si se inyecta en una determinada región del cerebro de una oveja virgen una cantidad extremadamente pequeña de una hormona, la oxitocina, se pueden inducir en la hembra animal unos comportamientos característicamente maternos hacia crías que no son suyas. (Seguramente también en una hembra humana). ¿Origen químico de los instintos?
El problema de fondo es el mismo que escribí hace unas semanas en un artículo sobre la bioquímica del amor. ¿Se puede postular que el enamoramiento sea pura y sola bioquímica? Si no fuera más que eso, pura química, estaríamos frente a un problema filosófico de talla. Viejo problema, pero muy actual. Una respuesta cerradamente reduccionista puede socavar los viejos cimientos del edificio: unos códigos culturales que implícitamente aceptamos para que no se nos eche abajo toda una visión del mundo de certezas que, sin saberlo, nos cobijan en nuestros comportamientos de cada día.
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