Materialismo científico: nuevos planteamientos a viejos problemas

Si se inyecta en una determinada región del cerebro de una oveja virgen una cantidad extremadamente pequeña de una hormona, la oxitocina, se pueden inducir en la hembra animal unos comportamientos característicamente maternos hacia crías que no son suyas. (Seguramente también en una hembra humana). ¿Origen químico de los instintos?

El problema de fondo es el mismo que escribí hace unas semanas en un artículo sobre la bioquímica del amor. ¿Se puede postular que el enamoramiento sea pura y sola bioquímica? Si no fuera más que eso, pura química, estaríamos frente a un problema filosófico de talla. Viejo problema, pero muy actual. Una respuesta cerradamente reduccionista puede socavar los viejos cimientos del edificio: unos códigos culturales que implícitamente aceptamos para que no se nos eche abajo toda una visión del mundo de certezas que, sin saberlo, nos cobijan en nuestros comportamientos de cada día.

Probablemente son pocos los lectores que estarían dispuestos a aceptar el materialismo reduccionista puro y duro; porque, si se es consecuente con él, serían muchas las derivaciones que seguirían sobre el plan filosófico, religioso y aun personal en la vida de cada uno.

Creo firmemente que el pensamiento occidental, y particularmente el cristiano, tiene que ser capaz de afrontar con valentía las bases de cuestiones eternas, partiendo de los datos de la ciencia contemporánea. Hay muchas cuestiones, especialmente las relativas al cerebro ‑y al espíritu‑ que convendría tratar de reformular. Es eso solo lo que pretendo.

La a-bio-poiesis

Con ese nombre derivado del griego se designan hoy los estudios de los orígenes de la vida, en particular en el planeta Tierra. Excluyendo, bien entendido, la intervención directa de un Agente Divino (Dios).

El tratamiento científico de este tema lo pueden encontrar en un libro extraordinariamente bien documentado y muy lúcido: Sobre el origen de la vida, de Manuel Martínez Luque-Romero, un cordobés con muy amplios conocimientos tanto científicos como filosóficos.

Unas notas sencillas y rápidas sobre el origen de la vida

Algunas de las características más simples, que diferencian la materia inerte ‑por ejemplo un trozo de metal‑ de la materia viva como un organismo cualquiera:

·        Desagregación de partes en la materia inerte versus unidad e integración de componentes en la viviente. En esta unidad, se pueden distinguir varios, más bien muchos, sistemas jerárquicamente organizados, coexistentes en el organismo vivo.

·         Materia inerte. Estabilidad del conjunto de las partes ‑átomos, moléculas‑, desplegadas en el espacio y mantenida gracias a fuerzas físicas.

·         Materia viva. Estabilidad funcional en continua autoconstrucción. Despliegue en el tiempo. Replicación. Metabolismo. Mecanismos de selección natural.

Proposiciones

De todas las características propias a la vida se constatan, científicamente, amagos, inicios, ensayos, en la materia inerte prebiótica.

De tal manera que la aparición de la vida se puede ya explicar a partir de la química en términos teóricos –parcialmente, por ahora‑. Y se puede inferir con alta probabilidad que tiene que haber vida ‑de una forma u otra‑ en los espacios interestelares, puesto que la química y sus leyes son idénticas en cualquier lugar y tiempo del universo. Pero con tal de que, en ese lugar y tiempo, se den las condiciones apropiadas para la emergencia del material biótico.

Cronología

Si el Big Bang aconteció hace 13,8 Ga (mil millones de años), el origen del planeta Tierra se sitúa hace unos 4,54 Ga y los primeros indicios de vida, fósiles bióticos, han sido localizados hace 3,5 Ga en Akilia, Groenlandia.

Geólogos y paleontólogos han repertoriado, a lo largo de la historia del planeta Tierra, una serie de acontecimientos susceptible de favorecer los procesos de biogénesis.

PRIMERAS CONCLUSIONES

No se pueden, de ninguna manera, ignorar estos datos de la ciencia. Como no se puede ignorar, en nombre de mitos y creencias, la existencia de los dinosaurios, la teoría darwiniana ‑u otra variante‑ de la evolución de las especies, Lucy, la existencia de homínidos, etc. Es ceguera, quizás confortable, pero no honrada intelectualmente.

Sin embargo, persiste una objección mayor. Hay algo que falta en estas bellas teorías científicas de la génesis de la vida: nos explican con bastante plausibilidad el cuándo, y el cómo de los orígenes de la vida. Pero no el porqué. Falta el sentido, y el impulso, cuando no una forma de diseño. El porqué y el sentido son ya metafísica. Un dominio en el que los científicos no tienen derecho a entrar; y, si lo tienen, habrán de quitarse la bata blanca de científicos y despojarse de una autoridad que pierden al entrar en ese terreno.

Dogmatismo científico

El punto de partida implícito en los razonamientos cerradamente reduccionistas de ciertos científicos es que no hay nada que no pueda ser tratado en términos de física y química. Lo grave de este presupuesto es que no hay manera de probarlo. Para creer en él hay que asumirlo. Se ha cambiado una fe por otra fe. Ya que fe es suspender la acción de la inteligencia y someterse precríticamente a una manera de ver el mundo (Teilhard de Chardin).

(Seguirán otras conclusiones).

 

bf.lara@hispeed.ch

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