«Libro del caballero Zifar»

«El caballero Zifar […] vio una huerta en un valle muy hermoso y había allí un nabar muy grande. Y dijo el caballero:
—¡Ay, amigo, qué de grado me comería esta noche de aquellos nabos, si hubiese quien me los supiese preparar!

 

 

—Señor —dijo el Ribaldo ‘pícaro, bellaco, rufián, astuto, taimado’—, yo os los prepararé.
Y llegó con el caballero a un albergue y dejóle allí y fuese para aquella huerta con un saco. Y halló la puerta cerrada, y subió sobre las paredes y saltó dentro, y comenzó a arrancar los nabos y los metía en el saco. Y estándolos arrancando, entró el amo de la huerta y, cuando lo vio, fuese para él y le dijo:
—Por cierto, mal ladrón, que vos iréis conmigo preso ante la justicia, y os darán la pena que merecéis, porque entrasteis por las paredes a hurtar los nabos.
—¡Ay, señor —dijo el Ribaldo—, así Dios os dé buena andanza, que no lo hagáis, porque yo entré aquí forzado!
—¿Cómo que forzado —dijo el dueño de la huerta—? Porque no veo en ti cosa por la que nadie te pudiese hacer fuerza, si vuestra maldad no os la hiciese hacer.
—Señor —dijo el Ribaldo—, pasando yo por aquel camino, hizo un viento torbellino tan fuerte que me levantó por fuerza de la tierra y me echó en esta huerta.
—¿Pues quién arrancó estos nabos? —dijo el señor de la huerta.
—Señor —dijo el Ribaldo—, el viento era tan recio y tan fuerte que me levantaba de tierra y con miedo que me echase en algún mal lugar, me agarré a los nabos y se arrancaron muchos.
—Pues, ¿quién metió los nabos en este saco? —dijo el dueño de la huerta—.
—Por cierto, señor —dijo el Ribaldo—, que de eso yo me maravillo mucho.
—Pues tú te maravillas —dijo el dueño de la huerta—, bien das a entender que no tienes culpa de ello. Quedas perdonado por esta vez.
—¡Ay, señor —dijo el Ribaldo—, y ¿qué necesidad tiene de perdón el que no tiene culpa? En verdad, que mejor haríais en dejarme estos nabos por el trabajo que tuve de arrancarlos, aunque contra mi voluntad, con el gran viento que hacía.
—Que me place —dijo el amo de la huerta—, pues que tan bien te defendiste con mentiras muy a propósito. Y toma los nabos y vete por tu camino, y guárdate de aquí en adelante que no te suceda otra vez, que si no, tú lo pagarás.
Fuese el Ribaldo con los nabos, muy alegre por haber escapado tan bien, y preparólos muy bien, con buena cecina que pudo comprar, y dio de comer al caballero. Y después que hubo comido, contóle el Ribaldo lo que le había acontecido cuando fue a coger los nabos.
—Ciertamente —dijo el caballero— que tuviste muy buena suerte en lograr escapar así, porque esta tierra es muy justiciera; y ahora veo que es verdad lo que dijo el sabio, que a veces le es de provecho al hombre mentir con oportunas palabras. Pero, amigo, guárdate de mentir, porque pocas veces tiene uno esa suerte que tú conseguiste, escapando por malas artes».
ANÓNIMO.
(Versión de Dámaso Alonso y Eulalia Galuarriato).
Situación del texto en su marco y caracterización global
El Libro del caballero Zifar (hacia 1300) es la primera narración autóctona española de aventuras caballerescas. Es obra probablemente de Ferrán Martínez, clérigo de Toledo (cfr. Deyermond, Historia de la Literatura española 1, “La Edad Media”, p. 282). El libro incluye exempla ‘ejemplos’ y episodios sobrenaturales; pero posee, en cambio, una unidad estructural trabada y compleja. Su cuarta parte, “Castigos del rey de Mentón”, resume las lecciones de índole moral que pueden derivarse de la ascensión de Zifar desde la pobreza hasta la riqueza y el poder.
El fragmento que vamos a comentar es uno de los exempla, de origen oriental, que se utilizaban para enseñar virtud y sabiduría.
Las partes de la obra son cinco:
1
Prólogo
Con exempla para su hijo Roboán.
2
“El caballero de Dios”
Separación del protagonista de su familia para buscar su grandeza.
3
“El rey de Mentón”
Reencuentro del ya rey Zifar con su familia.
4
“Castigos del rey de Mentón”
La justicia y la sabiduría del caballero como rey y como padre de Garfín y Roboán, a los que educa.
5
“Los hechos de Roboán”
Hasta llegar a ser emperador de Tígrida y ver a toda la familia reunida de nuevo.

El texto que comentamos pertenece al Prólogo.

Género literario y forma de expresión
El texto pertenece al género de la narrativa en prosa del siglo XIV y, dentro de ella, se incluye en el primer libro de aventuras de la literatura española.
Dentro de una forma de expresión narrativa, predomina el diálogo entre el caballero Zifar, el Ribaldo y el amo de la huerta.
A pesar de las continuas digresiones, existe unidad de acción. Por medio de la repetición intencionada, el autor consigue un resultado satisfactorio. Se vale para ello de personajes y acciones simétricas y antitéticas, según convenga al momento.
El autor en el texto
El autor toma una postura distante y objetiva, según se desprende del uso de la tercera persona. La moraleja se acepta mejor desde esa perspectiva.
Argumentos, asunto y tono
El Ribaldo, por servir a su caballero, no duda en entrar en una propiedad privada y apoderarse de unos nabos. Frente a una buena acción (servir bien a su señor) ejecuta otra que es mala (se apodera de algo ajeno). Se añade el agravante de entrar en una propiedad cercada por paredes: el delito será mayor. La agudeza de ingenio del Ribaldo, la poca valía de los nabos robados y, probablemente, la bondad del amo de la huerta, arreglan para bien el suceso.
El asunto nos informa de que los caballeros no cocinaban, aunque tuviesen mucha hambre; que los criados, a pesar de ser “Ribaldos”, suelen tener consideración para con sus amos y les ayudan con su inteligencia y astucia; que la propiedad de los bienes estaba muy defendida por la justicia y por las vallas; que se admira la agudeza de ingenio, lo que provoca el perdón del amo de la huerta.
El tono tiene un cierto carácter serio, pues la moraleja o sentencia final «guárdate de mentir» supera el juego humorístico que pueden producir las increíbles respuestas del Ribaldo.
Estructura del contenido
Podemos distinguir cuatro momentos en la estructura del texto:
Planteamiento
«El caballero Zifar […] yo os los prepararé»
Líneas 1-5.
Desarrollo
«Y llegó con el caballero […] que no te suceda otra vez, que si no, tú lo pagarás»
Líneas 6-32.
Conclusión
«Fuese el Ribaldo […] a veces le es de provecho al hombre mentir con oportunas palabras»
Líneas 33-40.
Generalización
«Pero, amigo […] escapando por malas artes»
Líneas 40-41.

Se trata de una estructura cerrada, pues el episodio se termina de manera concluyente con la moraleja final o generalización. Pero ha habido mutación de elementos:

Posición Inicial
Posición Final
El caballero tiene hambre.
El caballero ha cenado.
El amo piensa castigar.
El amo es generoso y perdona.
El Ribaldo miente astutamente.
El Ribaldo sabe que no debe mentir.

Tema e idea central

El tema es el celo del criado por servir al caballero o, dicho de otra manera, las relaciones señor / vasallo en la Baja Edad Media.
La idea central es que la mentira no es conveniente ni siquiera para ayudar a las personas más respetadas o queridas.
Prosodemática
Llama la atención la gran cantidad de tonemas de suspensión que hay en este texto (49), frente a los tonemas descendentes (27) y los ascendentes (16). La sintaxis, en la que abunda la coordinación copulativa con y, y el carácter subjetivo del diálogo, con preguntas y respuestas en alternativas inesperadas, justifican tal frecuencia de tonemas de suspensión. Por lo que podemos decir que el texto tiene una gran carga subjetiva, aportada por las intervenciones de los personajes.
Morfosintaxis
Llama la atención el excesivo número de conjunciones (50), la mayoría copulativas, que dan al texto un carácter tosco y de poca elaboración.
Los adverbios (39) abundan, tal vez en proporción al gran número de verbos (94) que se usan, aunque muy repetidos. Se confirma el carácter narrativo del texto. Los adverbios introducen, fundamentalmente, nociones de lugar, modo y tiempo, propias de la intención narrativa que decimos.
Los sustantivos (98) también se repiten con frecuencia y, junto a los adjetivos (20), se encuentran en claro equilibrio con los verbos y adverbios, lo que vuelve a confirmar el marcado valor narrativo del texto.
Predomina el modo indicativo, como corresponde a una narración de hechos realmente ocurridos. El modo subjuntivo aparece en las exclamaciones, de gran carga expresiva.
Hay unas fórmulas lingüísticas que marcan, además de la sintaxis inmadura, el carácter arcaico del texto:
Posposición del pronombre
fuese, por se fue; dejóle, estándolos arrancando, preparólos, contóle.
Uso extraño de los nexos
«así Dios os dé buena andanza, que no lo hagáis»; «no veo en ti cosa por la que nadie te pudiese hacer fuerza, si vuestra maldad no os la hiciese hacer»; «En verdad, que mejor haríais […] con el gran viento que hacía».
Ausencia de la preposición de
«Y con miedo (de) que me echase»; «y guárdate de aquí en adelante (de) que no te suceda otra vez»; «y después (de) que hubo comido».
Indecisión en el trato de respeto
«no veo en ti cosa por la que nadie te pudiese hacer fuerza, si vuestra maldad no os la hiciese hacer».

Semántica

Entre los sustantivos podemos hacer tres bloques semánticos:
Propiedad
Hurto
Fantasía
huerta (9), nabar, nabos, puerta, paredes (2), amo (2), dueño (3).
saco (3), ladrón, justicia, pena, fuerza, maldad, culpa, perdón, trabajo, voluntad.
Dios, andanza, viento (3), tierra (3), miedo, lugar.

Entre los verbos podemos hacer otros tres bloques semánticos:

Hurto
Justicia
Fantasía
subió, saltó, comenzó a arrancar, metía, estando arrancando, hurtar, entrasteis, entré, arrancó, metió, fue a coger.
iréis, darán, merecéis, pudiese hacer, hiciese hacer, quedar perdonado, (mejor)haríais en dejar, defendiste, toma, vete, sucede, pagarás, lograr escapar, conseguiste, escapando.
pasando, hizo, levantó, echó, agarré, se arrancaron, me maravillo, te maravillas, tuve de arrancarlos, mentir.

El hecho del robo y las respuestas fantásticas del Ribaldo son, por lo que podemos ver, el núcleo de mayor extensión en el texto. Es la parte más atractiva de la narración y la que se corresponde con el desarrollo de la estructura.

Hay expresiones que hoy están en desuso o con una forma diferente, así:

Viento torbellino no deja de ser una redundancia, si atendemos a la definición que de torbellino hace el diccionario: ‘remolino de viento’.

Por el trabajo que tuve de arrancarlos, diríamos mejor al arrancarlos.

Que me place, mejor lo cual, eso me place.

Guárdate se diría hoy procura.

Acontecido se diría ocurrido, sucedido, pasado.

El texto como comunicación
Tiene una función referencial al comunicarnos ciertos procedimientos sociales de una época pasada. Existe también una clara intención aleccionadora, al decir amigo, guárdate de mentir, por lo que está presente la función apelativa, que consideramos la más importante del texto.
El texto en sociedad
Según el autor del libro, lo tradujo del caldeo (que puede significar el árabe, porque tiene ciertos rasgos estilísticos y nombres de muchos personajes y lugares propios de esta lengua; su plan recuerda, además, un cuento que puede haber sido incluido en las Mil y una noches).
También debe mucho a la tradición épica, en su lenguaje formular y en su fraseología.
Redactado el 15-10-1979.

berzosa43@gmail.com

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