Prosa poética, 16

25-05-2010.
E) DE CRÓNICAS VIVIDAS
 
168
Monólogo.
Serie «Señorita Solpal» Ideal, 2 – 7 – 84.
Ilustraciones de L. Barajas.
Otro cigarrillo y otro querer abarcar las realidades… otro suspiro en la mañana… al alba… ¿y qué?…
¡Silencio! ¡Cama! ¡Perro! Sobre todo, perro. Ciorán está loco. La belleza estará siempre en la miseria cotidiana.

Oponerse a la gnosis el loco lúcido to be or not to be primer acto filosófico antipoema, ¡hombre, despiértate!, sólo existe el misterio, o sea, el vértigo la metanoia el abandono interior, Jaspers, náusea del poema podrido. Me autodetermino me recreo me prefiero.
Me proyecto me existo casi me muero. Nadie tiene el monopolio del drama. Asfixia, razón impotente, temporalidad del ser, la desconfianza, la dramática del destino, el subconsciente actúa, el yoyismo, sólo será luz y música y a veces pena pero siempre sabré ser vida ¡qué bonito!
A la señorita Solpal le gustaba sufrir estos síndromes afectivos que, en forma de monólogo, le barrenaban.
Siempre alimentaba su depre con su poema preferido, ese que empieza diciendo «ha llegado el momento del tiempo irrepetible…».
Arrojar la toalla el pepón and company lento Ganivet acrílico de L. Barajas el niki borracho los gerundios B. Brecht a veces pienso ergo sum
La señorita Solpal cogió papel y lápiz.
Querida equis:
Permíteme escribirte ahora que no tengo a nadie para hablar sólo un monólogo que me muerde los labios y me inyecta saliva anoche quise descifrar mi propia historia y mis ojos abiertos se encontraron con tu risa inmóvil que no supe retener recuerdo que te gustaba oír a los Calchakis y esa es la música que suena ahora, mientras te escribo las dudas me pisan, los paréntesis se alargan las palabras se adelgazan (para que tú me oigas) y tantas lágrimas tengo ya archivadas que sigo sin saber qué puede ocurrir mañana no sé si hago bien en escribirte pero la verdad añoro las heridas cada día me levanto y me miro las ojeras aunque siga soñando con la penúltima utopía ¿Sabes que tengo un vientre cargado de acerolas? casi todos los días hago lo mismo dedicarte el poema recién hecho conjugarte en mis labios desnudarme en tu pie luego… no sé por qué pero siempre se me repite tu azufre perdona que siempre hable de mí dime ¿qué haces? ¿cómo estás? habla ya que existes vive ya que eres muerde ya que besas a mí también me faltan muchas chispas y estoy convencida de que todo no se puede perder en un soplo recuerdos a Jechu y a Picón un abrazo.
Cuando la señorita Solpal releyó la carta, notó el primer pellizco en su vientre de acerolas.
Xavier Cugat el hombre invisible digo felicidad tesis doctoral don fulano de tal… se equivocaba, Alberti, se equivocaba, ¡Qué bien escribía la señorita Solpal!
¿Por qué habría echado al fuego aquella carta?
 
F) «DE DIARIO ÍNTIMO»
Perdí mi virginidad, pero conservo la inocencia.
169
Al hijo nuevo * 13 – marzo – 1980
El poema al hijo nuevo que desfloreció en el vientre ajado de una noche; ¡amor y otoño!, como aquella hoja que cogimos a volapié, sin quererlo, abrirá la gran aventura de un climaterio descosido. ¡Ay, vida de accidentes!
Estamos inmensamente tristes por el agujero abisal del misterio. Nervios a flor de piel, dudas, eros animal, principio de un calvario, lágrimas y lágrimas. La broma inconsciente atenazó la pena. Calvario y lágrimas…
Pero no llores, porque hoy es un día de nervios. Los días que se avecinan llegarán al límite impensable. Todo son y serán ojos de cíclope, quejíos a hurtadillas, reproches adulterados de aguantes inconfesables…
Pero, ¡no llores!, que hoy es un día de nervios y ‑juro‑ que el mismo reguero de cariño abrirá su lento permiso para venir al mundo.
¡Bienvenido, hijo de los nervios! Aquí, mis papeles y yo te haremos un nido caliente de sabores a nata y a cebollas.
No te enfades, página íntima, que ya sabes que este diario será siempre un diario inacabado.
Pasó en un día de nervios y me gustaría que no lloraras, amor frustrado. Que aunque la fragua se haya convertido en petenera, hay pólipos uterinos que nos unen más allá de los cabos y la tormenta.
Una comunión se hizo baile y filigrana, ¡Inmaculada blanca! Seas palmera del desierto que me invade.
Alberti, ¡marinero!, ¿tuviste tú también muchos días de nervios? ¡Bienvenido, Alberti, poema nuevo, hijo ya creado! ¡Bienvenidos a todos! Y veis que, a pesar del día de nervios, seguimos fabricando risas.
Verdes lagos, verdes ramas, verdes ojos
entre las verdes miradas
azuladas del espejo;
verdes sinfonías del agua.
Un fibroma uterino fue la causa.

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