19-05-2010.
Por Esteban López Yeste.
Despierta la calle Morales y en su semblante se aprecia un rictus de alegría y complicidad: se dispone a acoger en su seno a un sinfín de chavales que, con su vocerío y sonar de carteras de madera, se aprestan a entrar en el colegio de los jesuitas.