Quiero estar en Gran Hermano

07-12-2009.
Cuando me jubile, que está ya más cerca, me gustaría entrar en ese hermoso, didáctico y constructivo programa que se llama Gran Hermano, parodiando la figura literaria que Orwell colocara como protagonista de su novela 1984.

Como el abuelo Cebolleta, me encantaría entrar en ese recinto sagrado, casa sacrosanta donde las virtudes brillan con luz propia. Las más positivas pulsiones, la amistad, la camaradería, la ayuda mutua, el sacrificio personal y común, la honestidad y el buen rollo, aparte el derroche de cultura y educación que en el programa se nos ofrece, me lleva a desear imperativamente el entrar en esa casa, casi hogar, que nos ofrece la tele privada berlusconiana.
Y no me digan ustedes que no me vendría bien la experiencia. Me llevaría una pasta que, estando ya en el clan de los pensionistas, me vendría que ni mejor; me haría famosete, todos los días y a todas horas en perpetua actualidad mediática y siendo objeto de la curiosidad especulativa del múltiple espectador; tal vez, y para tentarme alguna de las internas en esa cárcel de techo de cristal, pretendiese beneficiarme (ya saben en qué y cómo) y así el abuelete podría constatar su todavía probable potencial.
Haría el tal programa un gran favor a la ciencia empírica y se podrían deducir conclusiones aprovechables. Para algo positivo serviría mi presencia.
Ennoblecería algo que a ojos vista está en lo más bajo de la escala de valores mediáticos (bueno, no me lanzaré a afirmarlo rotundamente, pues creo que ya se contempla hacer un engendro así, pero con menores). Pues díganme qué se está viendo en esta última edición: una mujer enloquecida por los celos y la pulsión sexual irrefrenable hacia un macho-macho prepotente y seguro de su dominio que se aprovecha de la entrega sin condiciones de la hembra. Y a practicar, que la vida es corta y da lo mismo que se entere todo el mundo, que no hay de qué avergonzarse. Y copulo y me peleo y me insultan o insulto y copulo… Bonito guión. Educativo. Presentable.
Lo sorprendente es que este aspirante a ser-objeto, que soy yo, no ha oído las protestas airadas de esa ministra de supuesta igualdad, de esa luchadora feminista (y los de su clan) de discurso tan fijo. Parece ser que esa situación, que creo vejatoria para una mujer y para la mujer en general, aunque sea aceptada libremente ‑que la deja en tan mal lugar frente a todos‑, no tenga la menor importancia. Tampoco he oído a los curas (y los de su clan), esos propensos a excomulgarnos a todos por leyes que no les gustan, clamar tronantes y oficialmente contra esta degradación permitida y emitida a todos los vientos. A la otra ministra, dícese de Cultura, tampoco la oí en nada al respecto; que se ve que su tema es el cine y el sacadineros de la SGAE. O será que piensa que como ahí no hay nada cultural, pues que no es de su competencia. Se nota que en aras de la libertad de expresión,que en este caso sólo es libertad de negocio a toda costa, se puede permitir todo. Quiero confraternizar también con la insigne periodista de origen noble que conduce el espacio con aparente mano de hierro y que se permite dar consejos o largarles invectivas a los concursantes, de inevitable carga moral, muy en su digno papel de yo no hago programa-basura. Y que mi querida esposa acuda al plató, me defienda y ensalce, aunque pudiese ponerle los cuernos, en la mejor línea de ¡todo por la pasta!
Bien, díganme, ¿no es buena idea la mía? Yo aguantaría permanecer tanto tiempo recluido, eso es seguro; pero lo que no me atrevo a asegurar es que pudiese hacerlo sin hacer nada, esto es, tirado a la bartola casi todas las jornadas o intentando realizar absurdas y descerebradas pruebas para conseguir prórrogas de permanencia; eso me podría llegar a comer la moral. Sería cuestión de irme entrenando, desde luego que estando ya jubilata, porque en activo me es casi imposible. Estaré en ello.

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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