El escenario

09-06-2009.
ESPACIO DE RECREACIÓN DE LA CULTURA (OTRA FORMA DE ENSEÑAR HISTORIA)
 

El día 1 de junio impartí una conferencia en la facultad de Educación de la UMA que, en esta ocasión, trató sobre el juego dramático como recurso en la recreación de la cultura. Más concretamente, de cómo descubrir la historia de Málaga en el tercer ciclo de primaria y contarla en un escenario.

La experiencia, publicada por la Diputación de Málaga, se llama “NO HACE MUCHO TIEMPO…” y ha sido escenificada tres veces en espacios teatrales de la ciudad y cinco en el salón de actos de nuestro colegio. Posterior a mi intervención, mis 38 alumnos y alumnas de 6.º de primaria deleitaron a un entusiasmado aforo de profesores y alumnado de pedagogía que, en pie, al finalizar la representación, los aplaudieron insistentemente.
No es mi intención reproducir la totalidad del contenido de la conferencia, pero sí algunas de las ideas que expresé:
Llevo 40 años de maestro, incluidos 26 de jefe de estudios. He vivido varias reformas educativas. En ninguna ha existido un plan de perfeccionamiento obligatorio y universal para el profesorado.
Según el Informe de La Universidad Oberta de Cataluña, basado en 18 000 cuestionarios entre directores, profesores y alumnado de más de 800 centros, el 28% de los docentes no usa nunca el ordenador como herramienta de aprendizaje; el 30%, sólo ocasionalmente. El 14% de los directores de colegios e institutos valora los ordenadores como útiles sólo en la innovación docente y organizativa.
Lo que está pasando con los ordenadores me recuerda al tratamiento que se le ha dado a la dramatización en las enseñanzas obligatorias. No hubo formación para los docentes, a pesar de estar contemplada dentro del área de Expresión Artística.
Si se contempla en el proyecto curricular, ¿por qué no se incluye en la carrera de magisterio como asignatura obligatoria? ¡Pero si los maestros deberíamos estudiar interpretación antes que otras áreas! ¿No es la clase un espacio escénico? De las estrategias didácticas en la enseñanza-aprendizaje de la historia, las matemáticas, la lengua… ya sabemos que el método lo marcan las editoriales. ¿Para qué complicarnos la vida?
Desde la ley de 1970, pasando por la Logse, la LOCE, la LOE, la LEA… las Administraciones Educativas han pretendido el cambio pedagógico necesario para que la enseñanza inclusiva y comprensiva tengan éxito. Sin embargo, el último informe de la Unión Europea advierte que el fracaso en secundaria en España es del 30%.
Aunque el dato tiene otras lecturas, el fracaso académico de casi 1/3 del alumnado es indiscutible y preocupante. Las causas son muy complejas. Una de ellas tiene mucho que ver con el sistema de selección para acceder a la docencia, que debe ser mucho más exigente en las destrezas que requiere el difícil oficio de maestro o de profesor en el contexto social de nuestro tiempo. Porque el problema no es tener conocimientos de didáctica de las matemáticas, de la gramática, de las ciencias sociales… El problema es cómo conseguir que aprendan los que fracasan, es decir, los desmotivados, las víctimas de conflictos familiares, los marginados culturalmente… En esto se diferencian los buenos maestros y profesores, de los magistrales explicadores y severos examinadores de otros tiempos.
Por eso, quienes consigan un puesto en la docencia de las enseñanzas obligatorias, bien por oposición, bien por bolsa de trabajo, deben conocer la psicología del alumnado al que sirven, además de saber organizar en el aula trabajos cooperativos, desarrollar las competencias, es decir, la aplicación de los conocimientos, evaluar sin necesidad de recurrir al examen como principal estímulo para aprender, utilizar estrategias de motivación; y recursos, como el ordenador y el juego dramático, entre otros muchos. Y, por supuesto, tener la humildad de la autocrítica y la capacidad de analizar el propio trabajo, con el fin de mejorar la acción educativa. Para que esto sea así, deben aprenderlo, practicándolo en la propia facultad, porque lo que no se vive no se aprende y, desde luego, no se puede enseñar a otros.
Otra reflexión:
La escuela debe ser un espacio cultural de vivencias y de interrelaciones sociales donde se recree la cultura.
Cuanto mayor sea la obsesión por imponer un estilo academicista a los aprendizajes infantiles, mayor será la distancia y la deserción de aquellos que no encuentran en su contexto familiar y cercano ningún apoyo ni estímulo para el mismo.
Las “interrelaciones sociales” a las que se refiere el catedrático Ángel Pérez, suponen educar democráticamente. Pero… ¿qué es educar democráticamente?
La democracia es un estilo de vida, una forma de resolver los conflictos, un método participativo en la convivencia de los grupos humanos, en sus interrelaciones sociales, aprendidas en la escuela. En muchas aulas, la interrelación social es inexistente: se dan la espalda unos a otros en función del encerado. Encima, las mesas de los ordenadores se han diseñado con el mismo sistema. Hablamos de cooperación y solidaridad mientras fomentamos el individualismo, incompatible con una auténtica formación democrática.
Los proyectos educativos (programaciones) deben educar en y para la democracia, teniendo en cuenta no sólo las intenciones (finalidades y competencias), sino las estrategias y el modelo de evaluación. La escuela debe preparar para la vida democrática, aprovechando cada situación. La siguiente anécdota, ocurrida hace unos días, puede ilustrar esta última afirmación:
Necesitábamos guardar una parte del vestuario para trasladarlo a la sala de teatro donde íbamos a representar nuestro juego dramático. Pedí a cuatro niños buscar una caja de cartón en el comedor; lo que hicieron con prestancia y rapidez, gracias a la generosidad de las cocineras. Al abrirla, para guardar la ropa, observaron que había un plátano dentro.
–¿Qué hacemos con el plátano? –preguntó uno.
–Me lo como yo porque lo vi primero –dijo el segundo.
–Hagámoslo cuatro trozos –sugirió el tercero.
–Yo propongo sortearlo –insinuó el cuarto.
–Lo mejor es devolverlo a la cocina –sentenció el primero.
–¡Vaya conflicto! –les dije–. No voy a intervenir, así que decidid democráticamente.
Después de un breve tiempo de debate, los cuatro se acercaron a mí:
–Ya tenemos la solución: hemos acordado que el plátano nos lo comeremos entre dos.
–¿Y eso?
–A los otros dos no les gustan los plátanos.
Lo importante para mí había sido la actitud de consenso y de búsqueda de soluciones en un hecho surgido en lo cotidiano.
Decía antes que se aprende lo que se vive. En efecto:
No se entiende el concepto de revolución si no se vive un simulacro de revolución. No se aprende a resolver un problema de descuentos hasta que se presenta la situación real. O hacemos una simulación sobre ella. Un niño aprenderá cómo fue la humillante victoria de los Reyes Católicos en la conquista de Málaga si escenifica ese momento clave de nuestra historia. Entenderá el dramatismo del barroco si expresa corporalmente una figura barroca.
Pero, en las enseñanzas obligatorias, hay demasiada esclavitud a los libros de texto. Esto influye en los futuros docentes que, a falta de otros recursos, reproducen el modelo en el que los han educado, incluso imitan a los profesores más intransigentes.
Algunos, nos atrevemos a priorizar otros valores a lo puramente académico que, por supuesto, es necesario y primordial si se complementa con estrategias de cooperación y metodologías que despierten el interés por aprender, evitando que el esfuerzo, al que nunca renunciamos, sea un suplicio permanente.
El proyecto educativo que hoy presento gira en torno a un interés común: la historia de Málaga. La experiencia, además de ser una actividad democrática en su organización y planificación, es una excelente ocasión para fomentar las interrelaciones sociales. Queremos conseguir que nuestro alumnado sea competente para reconocer, relacionar, ubicar en el tiempo y el espacio la historia de su ciudad. Así la amarán más y la disfrutarán, cuando contemplen las huellas del pasado en sus monumentos y esculturas urbanas. Y, con ello, aprenden cronología, etapas históricas, causas y consecuencias, formas de gobierno, sistemas socioeconómicos, clases sociales…, que posteriormente les servirán para comprender la historia de España y del Mundo.
Hemos renunciado, pues, a la historia general que, suponemos, la aprenderán en la ESO. Ahora, con 11 y 12 años les interesa su entorno próximo, su pasado cercano, ya que la organización temporal depende en gran medida del egocentrismo: el niño no es capaz de situar nada que no pertenezca a su tiempo. Las nociones “antes”, “después”, o “mientras”, solamente las relaciona con hechos vividos por él mismo.
Éste es el fundamento psicopedagógico del juego dramático que mostramos a continuación, en el que se han mejorado notablementela convivencia, el hábito de lectura, la sensibilidad artística y crítica, la competencia lingüística, la autonomía, la autoestima, la seguridad, la socialización…
No hace mucho tiempo es un complemento al academicismo didáctico en la enseñanza de la historia, un juego dramático basado en principios educativos como el descubrimiento, la creatividad y la cooperación; un canto a la libertad de pensamiento desde una visión crítica de nuestro pasado en clave de humor, una estrategia contra la desmotivación, un compromiso con un modelo de escuela participativa y democrática, fundamentada en el constructivismo del aprendizaje.
Mis alumnas y alumnos, según el insigne pedagogo Piaget, están en la edad de la transición de lo concreto a lo abstracto, en el desarrollo de la capacidad de relacionar, de entender lo inactual, de sentir los grandes ideales como la libertad, la igualdad, la solidaridad. Y lo hacen jugando a transformarse en los personajes que tuvieron especial relevancia no hace mucho tiempo en Málaga.
Por último, un pensamiento de Freinet: No podéis preparar a vuestros alumnos para que construyan mañana el mundo de sus sueños, si vosotros ya no creéis en esos sueños; no podéis prepararlos para la vida, si no creéis en ella; no podéis mostrar el camino, si os habéis sentado, cansados y desangelados en la encrucijada de los caminos.
Vosotros, queridos alumnos y alumnas de pedagogía, sois los encargados de tan noble, difícil y arriesgada misión. Aún estáis a tiempo de abandonar, si no os sentís capacitados; pero si continuáis en esta carrera, os aseguro extraordinarias sensaciones cada vez que ayudéis a mejorar la vida de un niño, porque esta es la más hermosa y apasionante profesión que ha dado sentido a mi vida durante cuarenta y dos años;y el escenario, el principal espacio de interrelaciones sociales y de recreación de la cultura.
 

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