21-06-2009.
Por los años sesenta del pasado siglo, cuando yo estudiaba interno en los jesuitas de Úbeda, íbamos algunos jueves a pasear al campo hasta casi llegar a Baeza. Por una de aquellas veredas solía caminar don Antonio Machado; y al pasar junto a una encina a la que el poeta alude en uno de sus poemas, lo recitábamos: