03-04-2009.
Partiendo de esta realidad, no comprendemos la vorágine de inexactitudes o ligerezas que han cometido, no solo los responsables del Flash Back, sino los subsiguientes artículos y comentarios de reporteros amarillistas que confunden, al parecer, «un meneíto rociero de la Pantoja con una heroica acción de guerra en nuestra Montaña Sagrada: la montaña más esotérica de las Andalucías».
La multitud de “aprovechados”, que sembraron las páginas webs y los portales digitales de medias verdades y de mentiras mordidas en aquellos días, debería hacer un acto de contrición, venir hasta Andújar sin cámaras ocultas y, a la luz del día, informarse de los labios de testigos con uso de razón en aquellos años, tomar datos, constatar opiniones, rumiar los hechos y, luego, ponerse a escribir.
Ellos, más listos que el pueblo sabio, lo han hecho al revés. ¿0 es que estos reporteros del morbo y de la pandereta ignoran que en Andújar también nos duelen los cambalaches? ¿Acaso desconocen que hemos bebido en los códices de san Juan de la Cruz, que en Andújar dejó sus Dichos de luz y amor,y en los pozos jondos de Alcalá Venceslada, para tener el paladar hecho a sabores verbales y escribir verdades como puños?
Aquí, en Andújar, hemos pecado de respetuosos o de comodones y no hemos levantado, hasta hoy, ni un dedo. Bueno, un par de dedos sí que se levantaron y consiguieron parar la esperpéntica serie de Flash Back. Uno de esos dedos fue el del, por entonces, alcalde socialista Antonio Cuenca que, sin dar crédito a lo que Fernández Trevijano había permitido, le envió una carta, tan correcta como expeditiva, al que meses después llegaría hasta los Villares para pregonar las fiestas de san Isidro Labrador. Así que por las ínfulas del destino, el Sr. Trevijano, sin él pretenderlo, llega a la situación maniquea (se repite la historia) de pregonar a un santo templario.
Este pregonero que, siendo niño vivió entre nosotros, director que fue de Canal Sur, responsable último del desaguisado televisivo, tuvo la curiosidad de preguntarle a un amigo que tenemos en común. «¿Oye, conoces tú a ese tal Pablo Utrera que me ha dado caña?». ¡Con lo fácil que hubiese sido una llamada telefónica!
Sin embargo, es público que tal pecador mediático intentó hacer penitencia, recompensando a nuestra torera y torista población con una corrida televisada el día de Andalucía, el 28 de febrero de 2004. Las circunstancias por las que pasa nuestro coso hicieron que tal corrida de toros se celebrase en el Puerto de Santa María. ¡No pudo cumplir la penitencia!
Si repasamos las páginas webs de los “entendidos”, por una parte, e “indocumentados” por la otra, que, opinando sobre el tema, aparecieron por el mes de marzo del año de gracia 2003, nos quedaremos por una parte sorprendidos y también entristecidos, por no decir indignados, ante tanto aquelarre en torno a nuestra devoción.
Nos quedamos sorprendidos por el oportunismo de los “periodistasufológicos”, aducidos por la pachorra del pueblo sabio y entristecidos por las expresiones aparecidas en los foros de internet, donde sabiondos de la una y otra parte, sin la más mínima investigación, a lomos del programa de Canal Sur, se tupían y vituperaban con un vocabulario barriobajero e indigno del tema, cosa esta que pondría sonrisas de satisfacción en las mejillas diamantinas de los productores de Flash Back, al ver cómo el “gallinero” actuaba según ellos tenían programado.
Todas las opiniones merecen un respeto, incluso el contradecir es bueno y saludable, si con ello no se pretende marear la perdiz, sino que la luz alumbre; pero ello se debe de hacer con palabras cabales y no con insultos.
De todos los correos electrónicos que aparecieron en aquellos días, debo destacar la calidad, la profundidad y el respeto de los firmados por Antonio Extremera, del que da la causalidad y no la casualidad de haber sido trinitario sobre el templete de la Virgen Morena.
De todos los correos electrónicos que se intercambiaron en aquellas horas, siento vergüenza ajena por unos en los que aparecía sencillamente la firma de unas iniciales, como si con ello, al modo de los presuntos delincuentes, quisiera ocultar su verborrea.
Pero dejemos las voces del pueblo, sean respetuosas o indecentes, y volvamos la mirada hacia los expertos en temas esotéricos o, si lo quieren, peritos en fenómenos extraños, que no en lunas.
Por una parte, Fernández Trevijano, que no da la cara y, después de tirar la piedra, esconde la mano. ¿No podría haber mandado las cámaras de Flash Back a cotejar los sofocos de “la pava”, no en Bélmez, sino en Cazalilla, terruño muy querido de su admirado don Gaspar Zarrías? ¡Ni una sola excusa! ¡Ni una sola aparición en prensa para desonrojarse! Solo, eso sí ‑y es de agradecer‑, el no permitir que se emitiese el tercer episodio, donde, al parecer, se proponían entrar en el viejo cementerio que guardó los restos de aquellos hermanos de sangre nuestros; aquellos hermanos que descansan en paz.
En otras instancias, mientras la Sociedad Española de Investigaciones Parasicológicas (SEIP), el grupo Bitácora, el doctor Argumosa y otros expertos mantienen un prudente silencio sobre el tema, Estigia, el Órgano de Difusión del Centro de Investigación de Fenómenos Extraños (ODCIFE),en la persona de Juan José Abenza, experto en temas de vampirismo e ingeniero superior informático, “nos deleita” en su página web con veinticinco folios, de los que no reproduzco aquí ni una línea a causa de la propiedad intelectual; cosa que él, al parecer, no ha respetado (es una duda razonable y no un axioma), ya que en esa página reproduce fotografías como la del capitán Santiago Cortés en su lecho de muerte, haciendo un voluntarioso resumen de los hechos,donde se atreve a afirmar que la mancha que aparece en Bélmez, a la que llaman “el Pelao”, es la de Cortés; y lo afirma sin que le tiemble la mano.
No paran aquí las ligerezas de los expertos reporteros, sino que Iker Jiménez y su equipo de Milenio 3 piden ayuda a la policía científica y obtienen un parecido, casi matemático, entre la foto de la familia Chamorro y las caras que aparecen en las baldosas de la cocina de María Gómez.
Desde luego, al leer tales afirmaciones, al conocer que Iker Jiménez y su equipo realizaban también una visita al Santuario de la Cabeza y lograban grabar un extraño ruido en la Casa de la Cofradía de Colomera, me acordé de Juan Alonso de Rivas. ¿Sabrán estos paladines de leyendas ignotas si Juan fue pastor de ovejas autónomo o a sueldo? ¿Sería granadino o castellano? ¿Manco del izquierdo o del derecho?
El acabose mediático y piyayo llega cuando Iker nos dice que, en los foros de la página web del programa de Canal Sur, se encuentra el testimonio de una persona que aseguraba que era un hecho conocido por mucha gente,que si ponemos atención se puede ver la cara de la Virgen en una baldosa del suelo del Santuario ¡Toma del frasco!
Nada tengo contra Iker, al que no tengo el gusto de conocer, pero le agradezco sunovísimo interés por el Santuario de Andalucía. Claro que si se hubiese serenado algo más, y no hubiese tenido tanta prisa para comercializar algo tan sagrado para nosotros, quizás hubiese ganado menos euros con la publicación ocasional de su libro, pero lo tendríamos en mejor y mayor estima de la que ya le tenemos.
Si se hubiese propuesto hacer un libro sereno y profundo ‑no de humos entre nieblas‑ y hubiese tenido el sosiego de llegarse hasta las oficinas que Manuel García Peña, hermano mayor por tres veces de la Cofradía Matriz, tiene en la calle de la Feria y le hubiese notificado «la aparición de la nueva teleplastia de la Morenita»,a este andujareño de lujo se le hubiese humedecido la entrepierna de risa o hubiese mandado a Iker a la vieja judería de Andújar, en busca de Mercedes de Rivera, una vidente donde las haya.