02-06-07.
A Jesús María Burgos Giraldo.
Aguarda un poco, hermano caminante,
y contempla esta lápida un momento:
ella es sede, descanso y monumento
de un ser excepcional que, en un instante
dolorido, rotundo, trepidante
‑como fustiga a la arboleda el viento‑
la vida abandonó, sin un lamento,
y a la muerte abrazó como a una amante.
Recuerdo, caminante, su mirada
y admirable palabra: fiel testigo
de un corazón si par, firme y señero.
Llórale cuando acabes tu jornada:
que él fue mi maestro y compañero
y fue, sencillamente, nuestro amigo.