Dos perdices

16-06-2008.
Para ti, formidable sueño.
¿Serían amantes?
Creo que aún viven; ayer vivían al menos. Cruzaban la carretera a pasitos cortos, como nerviosas. Iban pensando en el calor de la tarde y buscaban nuevos horizontes. El coche venía lejos. Ella incluso, coqueta, se paró a alisarse una pluma del alón que tenía despeinada.

No imaginaban que a una velocidad de 120 kilómetros por hora la distancia se hace aire.
De pronto, el ruido del motor alemán atronó sus oídos. Ya no podían seguir adelante ni volver al refugio del campo. Sintieron que el corazón se le paralizaba. No creo que se despidieran: sólo miraron, de frente, a la muerte.
Y entonces ocurrió el milagro. Un golpe maestro de volante y el coche giró imperceptiblemente. Las ruedas se abrieron en arco a escasos centímetros del cuello…
El espejo retrovisor nos dijo que siguieron su camino, más blancas, tras reponerse del susto mortal.
María, satisfecha, sentencia: Nunca hago daño deliberadamente. Sentimiento que recojo con orgullo.
En Toledo, unas horas más tarde, las comimos en un restaurante encantador. Mas no eran las nuestras. Las nuestras, (¿serían amantes?) viven aún.
Febrero de 1990.

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