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Autoestop por España, 10

15-08-2009.
Sábado, 15 de agosto de 1964
Benidorm-Tavernes de la Valldigna.
De nuestro sueño nos sacaron y demasiado pronto unas voces, para mí desconocidas. Fue un momento de inseguridad y como de desamparo. Al principio, no llegaba a saber dónde me encontraba: a unos veinte metros de nosotros, diez o doce pescadores hablaban fuerte, mientras descendían de las barcas. Tardé en comprender que hablaban en valenciano.

Mientras los demás se bañan, Márquez y yo compramos lo necesario para el desayuno: dos botellas grandes de Puleva, siete bollos y media libra de chocolate. Consumido todo, arreamos con mantas y macutos camino de Valencia; pero hemos decidido hacer escala en Tavernes de la Valldigna, pueblo de Compains.
En pareja con Pepe Berzosa, nos recoge un Seat 600, conducido por una señorita muy simpática que nos “empuja” hasta Calpe. Las preguntas de quienes nos suben son las mismas desde que salimos de Andújar; sólo las respuestas cambian, al menos en lo que me concierne, porque a veces invento procedencia y objetivo o imagino anécdotas que rayan en lo inverosímil. Cuestión de alimentar la imaginación de quienes nos aceptan en su coche.
Contemplamos el impresionante y famoso Peñón de Ifach. Dos horas de espera en la carretera. Nadie para. El sol aprieta de firme. Llega Compains y, después, Márquez en un coche de carreras, conducido por un portugués que quiere visitar Ifach antes de seguir hasta Valencia. Y sigue la espera. ¡Cuántos coches y todos ocupados!
Por fin, vuelve el portugués; pero como sólo dispone de un asiento, sube Compains para que llegue el primero a su pueblo y prepare nuestra visita. Anécdota cómica: Márquez se retira de la carretera, porque necesita hacer un “desahogo” entre unos matorrales; pero tiene que interrumpirlo porque se para un Citroën‑Tiburón, conducido por un francés de Tarbes y que admite dos plazas. Con no pocos aspavientos de Márquez y risas del francés, reanudamos el camino.
El Citroën sólo nos lleva a Gandía y hasta Tavernes quedan aún unos 15 km, que yo los hice así: 4 en moto, 3 andando y los que quedaban, en una Fabiola que me deja en el cruce, a 1 km de Tavernes.
Allá en el cruce, conozco a un periodista de un periódico de Teruel, llamado Lucha. Me invita a cerveza y charlamos sobre su oficio. Parece ser, según me dijo, que tenía problemas con la censura franquista. Despedida y marcha a Tavernes, andando. En la entrada están todos los demás.
He sido el último en llegar a la plaza del pueblo. Lo malo es que a Compains no se le ha visto, ni se le ve por ningún lado. Don Jesús, que tiene las señas, se va a buscar la casa.
Nosotros hacemos lo de siempre: alrededor de la fuente, colocamos los macutos, que nos servirán de cabecera, y a esperar. Son las 17:30 y comemos algo. Llegan don Jesús y Compains, y nos vamos a su casa. Mejor dicho, a casa de sus abuelos, porque sus padres no viven en Tavernes. Gente muy amable: no fueron necesarios muchos ruegos para que nos quedáramos hasta el día siguiente, domingo, y comer juntos la famosa paella valenciana.
Antes de cenar, vamos a ver La verbena de la paloma de Sainz de Heredia. Me habían dicho que era buena. A mí me ha parecido menos que regular. Mediocre actuación de Vicente Parra y pasable la de Conchita Velasco. Argumento carente de interés.
Mucho más me ha impresionado otra cosa que, además, me sorprendió nada más llegar a Tavernes: aquí todo el mundo habla valenciano. Al principio, pensé que sólo lo hablarían en familia y la gente mayor; pero no: a adolescentes y gente joven no sólo los he oído hablar siempre en valenciano, sino que parece ser que no saben hablar español y ni siquiera lo entienden. Francamente me he sentido algo molesto, porque tenía la impresión de no estar en España.
Cena excelente y alegre. Sueño en el patio de la casa. Ahí estoy escribiendo. Buenas noches.
Estamos en Tavernes. (De izq. a dcha.) Agachados, Compains y Berzosa. De pie, Márquez, don Jesús, Lara y Lorite. El fotógrafo es Martos.

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