Canciones con historias – 5: La canción del verano.

Canciones con historias – 5: La canción del verano.

En los años 1960 la música foránea trae a España sonidos y tendencias que despiertan a la juventud y las discográficas impulsan iniciativas como la “canción del verano”, fenómeno más sociológico que musical, de canciones intrascendentes con un estribillo pegadizo, muy bailables, de letras alegres que hablan de amores fugaces, animados guateques y ambiente despreocupado. Contaron con el apoyo de las emisoras de radio que, dándose cuenta de la gran aceptación popular, potenciaron la programación de este tipo de canciones.

Cada año, sin fallar, al empezar la época estival surgía la canción del verano, un tema con estribillo facilón, letras insulsas, ritmillo que invita a mover el cuerpo y que suena a todas horas en las radios, televisiones (bueno, en TVE, la única) y chiringuitos que se precien.

El concepto de canción del verano, tal y como lo conocemos actualmente, nació en Italia en 1964 cuando la Asociación Italiana de Fonografía convocó un concurso para encontrar nuevos artistas, sacar un disco y aprovechar las ventas, tal y como sucedía con el Festival de San Remo de febrero, que daba pingües beneficios a las discográficas gracias a las buenas ventas de discos de 45 rpm.

El concurso fue llamado “Un disco per l’estate” y tenía dos fases: la primera se emitía por la radio y la fase final era televisada por la RAI. La gente podía elegir desde casa su canción favorita enviando una tarjeta postal con su voto. El éxito acompañó la iniciativa y cada año se elegía una  canción pachanguera, bailonga y disfrutona del verano.

Este modelo de éxito traspasó fronteras hacia otros países, aterrizando en España en 1966, mismo año en el que nació el programa ‘Los 40 Principales’ en Radio Madrid de la SER. A partir de esta fecha, la canción del verano será la que más impacto mediático cause en esos meses de calor, difundida en las radios, bares y discotecas. No existe ningún organismo que las designe oficialmente, no hay selección ni votaciones; las canciones del verano son denominadas como tales por su difusión y coronadas como tal por una cadena (la SER).

Estribillos pegadizos, ritmos implacables, letras hedonistas con querencia por playas, amores efímeros y jaranas nocturnas: cualquier elemento considerado desecho de tienta por la crítica musical, bien mezclado a granel, da pie a un bombazo veraniego que se olvida a la misma velocidad que se aprende.

A partir de los 80 para tener un éxito así había que tener muy poca vergüenza como artistas o, simplemente, no tener ninguna. Los hay que cada año publicaban una nueva canción para ganar el verano (Georgie Dann) y otros que conseguían un único éxito que, durante las primeras semanas la gente se reía de ellos y comentaba «mira, mira, vaya canción más chorra» o «jo, vaya elemento el cantante este…» pero al final resulta que en los bares sonaba y nos reíamos (en junio), la bailábamos (en julio) y la cantábamos completa haciendo la coreografía (en agosto). Algunos ejemplos pueden ser el Koala (“Opá, vi a jasé un corral”), Zapato veloz (“Tengo un tractor amarillo”) o los No me pises que llevo chanclas (que ya está todo dicho).

La España del desarrollismo de los 60, donde los receptores de radio empezaban a ser un lujo accesible y la televisión llegaba imparable, asistió al nacimiento de esta nueva moda. El primer intento fue inesperado y en solitario: en 1964 un grupo desconocido publicó “Tú serás mi baby” y todo el mundo empezó a tararearla. Hablaremos más adelante de este tema. Al año siguiente, el aparente triunfador era “La yenka”, pero un nuevo grupo, Los Brincos, publicó dos temas de éxito, “Mejor” y “Borracho”, que subieron como la espuma. Era la pugna entre lo demodé (una polka) y lo nuevo (unos Beatles a la española).

Al año siguiente nace “Los 40 Principales” de Radio Madrid (la SER) que entroniza a los Bravos con «Black is black«. Pero los Brincos contraatacan con “Lola” en 1967 y al siguiente hay una lucha entre tres: Canarios, Bravos y Massiel con su “La, la, la”. La canción del verano es un verdadero filón, y cada año tendrá un rey: en 1969 son los Fórmula V con “Cuéntame” (repetirán con “Eva María” en 1973) y seguidos por los Diablos con su “Rayo de sol” (que repetirán en 1972 con “Oh, oh July”). Los 70 traen al verdadero experto en el asunto: Georgie Dann coloca sucesivamente en las dos décadas “El bimbó”, “El chiringuito”, “Casatschok” y “La barbacoa”.

La democracia aflora la contracultura que había crecido larvada en el último franquismo y el “Rock and roll en la plaza del pueblo” de Tequila (1980) adelantó otra avalancha de modernidad, la del auge y caída de la Movida, que para los veranos reservó temas como “Caperucita feroz” de la Orquesta Mondragón (1980), “Bailando” de Alaska y los Pegamoides (1982) y hasta el redundante “Aquí no hay playa” de los Refrescos (1989). Los fastos del 92 nos trajeron el “Amigos para siempre”  de Los Manolos (1992), seguidos de nuevas joyas de Georgie Dann (“Mami que será lo que quiere el negro”) y sus adláteres –como la “Bomba” de King África– para girar hacia lo latino con Shakira y su “Waka Waka” (himno del mundial de Sudáfrica de 2010). La traca final fue el asalto a la Casa Blanca (antes que los seguidores de Trump) de Los del Río y su “Macarena”.

Como decíamos, la primera canción del verano fue “Tú serás mi baby” de Les Surf, grupo malgache formado por cuatro hermanos y dos hermanas (Monique, Nicole, Coco, Pat, Rocky y Dave Rabaraona) de corta estatura, que versionó en 1964 el gran éxito de las Ronettes “Be my baby”. Como anécdota, en su actuación en el musical del sábado en TVE, el presentador les preguntó si en su país eran todos tan bajitos (ninguno de los seis superaba el metro y medio). Le aclararon que entre los malgaches también había gente de estatura normal, incluso muy alta. Cosas…

Les Surfs  gozaron de gran popularidad en el mundo francófono. Nacieron en 1958 con el nombre de Rabaraona Frères et Soeurs y ganaron un concurso interpretando temas de The Platters. Su lanzamiento fue en 1963, invitados por el gobierno francés para la inauguración de la segunda cadena televisiva Antenne 2. El hecho de versionar grandes éxitos británicos y estadounidenses en lengua francesa y española les abrió un inmenso mercado y les aseguró el éxito, difundiendo algunos géneros musicales como el rhythm and blues, la música soul o el calipso.

Pasados de moda, se disolvieron en 1971.

El original de las Ronettes no está exento de curiosidades, pues su grabación estuvo a punto de no realizarse por incomparecencia: el trío femenino estaba formado por Ronnie –aunque su verdadero nombre era Verónica Yvette Bennett -, su hermana Estelle y su prima Nella Tallet, y tenían un relativo éxito entre los grupos vocales del soul de los 60. Firmaron un contrato con la discográfica Philles Records, del productor Phil Spector (el famoso creador del “muro de sonido” en los estudios de grabación, que tantos éxitos le reportó) que les propuso grabar algunas de sus canciones.

Las Ronettes y Phil Spector

Pero pasaron dos cosas: Ronnie se casó con Phil (y adoptó su apellido, siendo conocida en lo sucesivo como Ronnie Spector) y el resto del trío se fue de gira con Dirk Clark. Phil, hombre obsesivo donde los haya, no quiso esperar al fin de la gira, y se buscó sustitutas. Le preguntó a su ayudante Sonny Bono si conocía algunas voces para hacer los coros. Sonny vió la oportunidad y propuso a su mujer, Cher (con quien luego harían un dúo de gran éxito, Sonny & Cher) y a una amiga. Y con la ausencia de la mayoría de sus miembros salió una de las canciones más exitosas del soul de los 60: nº 1 en Billboard. Poco después grabarían su segundo gran éxito: “Baby, I love you”, al que siguieron dos más, para iniciar Ronnie su carrera en solitario grabando “Walking in the rain” del beatle George Harrison.

Autor: José Luis Rodríguez Sánchez

Presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de Magisterio de la SAFA de Úbeda (AAMSU)

2 opiniones en “Canciones con historias – 5: La canción del verano.”

  1. ¡Enhorabuena!, José Luis, una vez más, por esta serie de música tan interesante y documentada que nos estás regalando a todos los safistas que nos acercamos a beber de tu frondoso manantial de sabiduría musical e histórica.
    Es lógico que estas cinco entregas sea a cuál más interesante y desveladora pues nos hace retrotraernos a nuestra mejor edad juvenil en la que la música era uno de los pilares más fuertes de nuestra felicidad colectiva e individual.
    Veo, ya en lontananza, un nuevo libro de tu puño y letra titulado CANCIONES CON HISTORIA que deberemos tener cualquier safista (o no) que se precie y quiera saber y consultar aquellos maravillosos tiempos que ya nunca volverán realmente, pero sí siempre en nuestra enfebrecida imaginación y recuerdo…
    Un abrazo

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