Lo pensaba deshojando aquella margarita
de tu ojal… Adoleciendo
la ola de la sábana dibujada con palomas.
Un mar inmenso flotaba en el celeste
crepúsculo del eros. ¿Lo recuerdas?
Y la vida, que es nuestra, renacía
haciendo cabriolas,
como en aquella infancia del orgasmo.