(Monet, 1875)
Monet, poeta de luz y color,
y Camille, suspendida en la colina,
cruzan sus miradas en la neblina
con el viento y el sol en tibio fulgor.
Una cinematográfica escena
con la mujer en la cumbre encendida
despidiendo la belleza y la vida,
que escapa fugaz cuando el cielo atruena.
Jean, su hijo, secundario acompañante,
en el verdor del paisaje escondido
y, a imitación de Goya, abocetado.
La luz y la blancura dominante
se azulea en el cielo y en su vestido,
que por el viento húmedo es agitado.