( Velázquez: Primer viaje a Italia, 1630)
De Rubens, su luz y su maestría;
de Tiziano, el color y la prestancia;
de Reni, la claridad y elegancia.
Venecia, Roma…lo cautivaría.
De nuevo apela a la simbología
y nos muestra “La fragua de Vulcano”
inspirada en el modelo italiano,
fusionando forja y mitología.
Apolo anuncia la infidelidad
de Venus a Vulcano, en un ambiente
de trabajo y estupor sorprendente.
Velázquez capta la emotividad
de este momento con una armoniosa
escena estática y majestuosa.
El equilibrio del Renacimiento
y la luz y el color como presencia
del Barroco. Todo un descubrimiento.
Velázquez dando fe de su sapiencia:
“pintor de pintores”, Manet sentencia.