(Velázquez, 1618-22)
Allá en la prehistoria de mi vida,
El Aguador, en cines de verano,
voceaba agua fresca muy ufano.
Tiempos aquellos de escasez sufrida.
El cuadro, de su etapa tenebrista,
vivifica a un aguador indigente
dando de beber a un adolescente,
en entrañable escena naturalista.
Luz y color recorren las figuras
con velazqueña luminosidad,
y el dibujo añade una calidad
en rostros y cántaros, con un aura
especial de exquisito detallismo,
que une a su críptico simbolismo.
Sigue Velázquez presentando enigmas
o, más bien, creando unos paradigmas.
Símbolos: “La Sed” o “Las tres edades”,
Velázquez poniendo dificultades.