“Aunque todo se acabe”

Lectura y escritura son dos caras de la misma moneda (personal e intransferible) con la que ir entendiendo el peaje sublime de la vida; y más, si lo que se lee está bien escrito e inspirado en ella, por un autor que tiene la cabeza bien amueblada, una historia interesante que contar y una herencia literaria paterna que clama por plasmarse repetidamente, convirtiendo la inverosimilitud de muchos pasajes de su novela en verosimilitud, por su agudo ingenio y estro particular.
Valga este párrafo introductorio para declarar abiertamente que ya he leído la extensa novela de Miguel Pasquau Liaño, “Aunque todo se acabe”, que es su cuarta entrega novelesca, y en la que he disfrutado y sufrido, cual si yo fuese el protagonista masculino de ella (Martín Godoy) y el resto de sus personajes.
En ella hace un análisis trepidante de las Escuelas Safa de Úbeda en sus principios y pureza, entreverando recuerdos y vivencias personales con muchas lecturas interesadas sobre el tema, adobadas con una prosa punzante y clara que engancha desde el principio. Y más si has tenido la suerte de pasar por esa afamada institución safista ubetense, pues habrás quedado marcado para siempre como los sacramentos cristianos…


Una y otra vez, la vida de nuestra vida y de nuestra amada Safa, late en esta novela donde va desangrándose en los recuerdos del escritor por boca de varios de sus personajes como José de Esponera, los hermanos Castillo, la Asociación Cultural Aznaitín, etc.
Al ser yo ubetense practicante en el exilio, me ha encantado el canto coral que hace de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia de Úbeda, con luminosas páginas que exhalan el cariño y la pasión que muestra hacia ellas ya que se educó primariamente en su seno. Pero ahí no queda la historia inventada, sino que, Miguel, tiene la sagacidad y la maestría de ir enamorándonos, paso a paso, de su protagonista femenino, Gabrielle Lenoir; creando un personaje romántico y de leyenda por el que cualquier hombre puede y debe suspirar. Es bella, inteligente, cosmopolita, valiente, súper enamorada, culta, amigable, apasionada…
Hace descripciones preciosas y precisas de muchos nombres o situaciones de Úbeda, Madrid, París o Argentina, así como elucubraciones femeninas o masculinas memorables. Sus personajes ubetenses, que tanto conocimos las diferentes generaciones de estudiantes en las décadas del franquismo tardío, son un fresco delatador y de memoria histórica incuestionable.
Su autor ha sabido explorar y explotar los lugares por los que ha pasado en su vida universitaria y mundana para recrearlos verosímilmente hasta captarnos, por sus acertadas descripciones, de Úbeda, Madrid, París, Bahía Blanca (Argentina)…
Los recuerdos de Úbeda y de los hermanos Aparicio borbotean en su memoria, sabiéndolos describir gracias al conocimiento y amistad que tuvo con los hermanos Castillo, vecinos suyos, enmarcados en un ambiente especial con gente destacada. Su testamento inventado es más verosímil que si fuese el real, como si nos lo hubieran donado los hermanos Castillo, hablándonos al oído. Sus reflexiones, en las que Miguel se mete en el papel de Aparicio, sorprenden por su hondura y frescura de puro convencimiento. Lo mismo pasa con otras cartas, informes o testamentos que más parecen escritos realmente por sus propios personajes y no por la enfebrecida mente de Miguel.


En esta extensa novela (de casi 600 páginas, cortadas por su editora al presentarle él más de 900; según nos dijo en la presentación de Sevilla), hay textos memorables y bien construidos, ejemplares de una bella y alambicada literatura que merece la pena releer varias veces, demostrándose a sí mismo (y a todo lector avispado) que sabe crear personajes interesantes, hacernos creíbles y atractivos, aunque alguno sea nefasto (como Alfonso Caldentey); y mediante ellos, en forma coral destacada, ir abriendo camino para que quedemos anclados en la interesante e imaginativa historia que nos relata.
Sabe contar una historia de amor romántico de una manera prodigiosa que te engancha para que sigas leyéndola compulsivamente y regodeándote. Y lo hace de una manera elegante (a las escenas de amor o sexo, me refiero), sin expresiones burdas o soeces, como por desgracia se suele llevara ahora en ciertos ambientes, explicando el “encarnamiento” de los dos personajes principales: Gabrielle Lenoir y Martín Godoy.
El cambio de los nombres reales por otros inventados, a los que somos de Úbeda, nos hace ver lo documentado que está su autor sobre todos los asuntos que trata en esta novela, como conocedor de ambientes y situaciones, especialmente al ser doctor en Derecho, profesor de la universidad de Granada y magistrado; y ubetense de pro.
Miguel Pasquau sabe describir los escenarios y lugares por donde ha pasado, juntamente con sus personajes conocidos o escriturados, haciendo una novela en el que el deseo de leer compulsivamente para conocer su historia y final no es exclusivo sino que convive con la parsimonia de leer párrafos memorables que piden doble e incluso triple lectura sosegada, no solo para enterarte de la trama de la novela sino para disfrutar del placer de lector en estado de éxtasis.


Incluso, como algo muy novedoso, ha sido capaz de sacar al personaje de la novela Galia Lenoir (hija de ambos protagonistas), para que cualquier lector curioso, intrépido o amante del más allá de la novela la visite cuando quiera en Twitter. ¿Qué más se le puede pedir a Miguel Pasquau Liaño?

A su autor no le importa mucho, sino que más bien lo va buscando, ir metiéndose en charcos políticos del pasado franquista y salir airoso de ello. Se trasluce una documentación exhaustiva, mucho ingenio, valentía a raudales y buen humor para dar -a su vez- un repaso histórico particular de una importante época de nuestro país.
Muchas gracias, amigo Miguel, por dedicar tu escaso tiempo y tu patente talento a crear pura y buena literatura de entretenimiento y mucho más, con elucubraciones filosóficas, políticas y/o ético-religiosas de alto vuelo…
Sevilla, 20 de febrero de 2022.
Fernando Sánchez Resa

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